El segundo debate entre los candidatos a las elecciones presidenciales de EE.UU. no ha defraudado. El candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, ha pasado al ataque para intentar contrarrestar la buena impresión que su rival republicano, Mitt Romney, dio en el primer cara a cara, y que le hizo subir en las encuestas.
El presidente ha jugado también su carta escénica: en todo momento ha aparecido más cómodo sobre el escenario, acercándose mucho más a la moderadora y al público, procurando mirar a todos los presentes y pronunciando frases con firmeza. Como consecuencia, los primeros sondeos ya le dan como ganador, por un estrecho margen.
El empleo, los impuestos y las promesas incumplidas de la última legislatura han centrado un debate con preguntas del público en el que también se ha hablado de energía o inmigración.
Romney ha recordado al presidente la alta tasa de paro y su incapacidad de lograr relanzar la economía, a lo que Obama ha respondido usando la artillería de la que no echó mano en el primer encuentro: ha recordado los bajos impuestos que el republicano, un inversor multimillonario, ha pagado en los últimos años; ha mencionado que la pensión de su rival será "más alta" que la suya y, en la intervención con la que ha cerrado el debate, ha sacado a colación el famoso vídeo del 47%.