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Hace 40 años el mundo estuvo al borde de la III Guerra Mundial. En plena guerra fría, los sistemas de alerta soviéticos detectaron
el lanzamiento de cinco misiles desde Estados Unidos que impactarían en Moscú, según la computadora, en menos de 30 minutos. El oficial de mando, Stanislav Petrov, estaba obligado a comunicarlo a sus superiores, pero sospechaba que la máquina estaba fallando y decidió informar de una simple falsa alarma.

Foto: TVE

El paradero del jefe de la flota rusa del mar Negro es un misterio, desde que Ucrania aseguró que lo había matado en un ataque en Crimea. Moscú no ha respondido oficialmente, pero ha mostrado a su almirante en televisión. Esta guerra está mostrando hasta qué punto la información es un arma.

La guerra de Ucrania exacerba la desinformación de la que la Comisión Europea, en su último informe, culpa a Rusia.

Y señala a la red social X, antes Twitter, como principal escenario de los bulos. Bruselas advierte a la empresa de Elon Musk de que debe cumplir con las nuevas normas editoriales europeas. Pero Twitter, según los expertos, es sólo el escaparate.

A pesar del crecimiento de las redes sociales, casi el 60% de los ciudadanos se sigue informando, y desinformando, por televisión.

FOTO: REUTERS/Alexey Pavlishak

¿Por qué Polonia y otros países del Este de Europa han enfriado su apoyo a Ucrania? ¿Qué problema tienen con el grano ucraniano? ¿Qué puede pasar si el gobierno ultraconservador polaco vuelve a ganar las elecciones del 15 de octubre? ¿Cómo pueden afectar estos movimientos a los refugiados ucranianos que viven en estos países? Lo analizamos con el corresponsal de RNE en Bruselas, David Vidueiro, y con Michal Natorski, profesor asociado de la Universidad de Maastricht y de la Universidad de las Naciones Unidas.

Tim, profesor de español ucraniano, nos cuenta hoy que Ucrania está endureciendo supolítica de reclutamiento, con visitas al domicilio y al trabajo para entregar los llamamientos en mano.

Nuestra enviada especial, María Eulate, traza un paralelismo en su foto sonora entre su vida en España y la de un trabajador de un hotel ucraniano.