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Jordi Corominas ha publicado con la editorial Atenaica su obra 'Bohigas contra Barcelona', el relato de los múltiples paseos por los 72 barrios de la ciudad que le vio nacer y en la que reside actualmente: "Cada equis tiempo me voy a otros puntos del mundo para cotejar ciudades", nos cuenta Corominas en Las Mañanas de RNE, que no rechaza seguir hablando de sus paseos por otras ciudades más allá del "modelo de ciudad barcelonés".

'Materia', un poemario publicado por Visor en edición bilingüe, traducido por la misma escritora, donde habla de sus raíces familiares, de su presente y futuro.

Leticia Audiberg nos trae 'Ana del Lago' de Kitty Crowther publicado por Fulgencio Pimentel. La historia de una mujer que vive sola mientras algo oscuro crece en su interior.

Decía el gran Italo Calvino (Santiago de las Vegas, Cuba, 1923 - Siena, 1985) en el capítulo titulado «Las ciudades y el cielo» de su maravilloso libro Las ciudades invisibles (de 1972): «¡Entonces es de veras un viaje en la memoria el tuyo! (...) ¡Para soportar una carga de nostalgia has ido tan lejos! (...) Confiesa que contrabandeas: ¡estados de ánimo, estados de gracia, elegías!». Unos «estados de gracia» que él, Calvino, confesaría acumular cada vez más a través, sobre todo, de esa «levedad», escogida como predilecta, entre cinco otros «valores, cualidades o especificidades en literatura» (es decir, levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad) que le eran particularmente queridas para enfrentarse al nuevo milenio. El libro que las recogía (Seis propuestas para el próximo milenio) sería publicado póstumamente, en 1988, sin darle tiempo a incluir la sexta conferencia pensada para la Universidad de Harvard, que habría sido previsiblemente la de «Consistency», y que se habría referido, entre otros, a Bartleby, el escribiente de Melville. «Tras cuarenta años de escribir ficción – diría Calvino, autor de la magnífica trilogía Nuestros antepasados o de la bella fábula Palomar, en su defensa de la «levedad» en literatura – tras haber explorado distintos caminos y hecho experimentos diversos (…) mi operación ha consistido las más de las veces en sustraer peso; he tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes, a las ciudades; he tratado sobre todo de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje.»

(Entrevista de Manuel Sollo). Antonio Machado muere el 22 de febrero de 1939 en Colliure, un mes después de que cruzara la frontera francesa con su madre y otros familiares, huyendo del avance de las tropas franquistas. Tres días después, en Burgos, su hermano Manuel recibe la noticia en Burgos, donde le cogió el golpe de Estado. Gracias a José María Pemán, consigue viajar a Francia, junto a su esposa, Eulalia Cáceres, para despedir a Antonio. Esa travesía por una España en guerra la cuenta Joaquín Pérez Azaústre en El querido hermano (Galaxia Gutenberg), que recibió el premio Málaga de Novela. Reivindica la obra de Manuel y, a la vez, desmonta la leyenda de un supuesto enfrentamiento entre los dos Machado. Manuel rememora su fraternal relación con Antonio y su amor hasta el último momento. Su memoria reconstruye las necesidades familiares, la alegre bohemia de Madrid y París, el éxito de sus obras de teatro, la celebración de la llegada de la República. La Guerra Civil les separa para siempre. Antonio sigue el doloroso camino del exilio. Manuel es arrestado, acusado de masón y republicano. Le salvan su mujer y Pemán, quien gestiona su ingreso en la Real Academia Española en 1938. En su discurso, nombra al hermano ausente, para espanto de la prensa nacional. Todo concluye en el terrible sentimiento de orfandad que destila el duelo de Manuel ante la tumba de Antonio en el cementerio de Colliure, símbolo de la destrucción de la esperanza de un país.

Nuestra compañera y periodista de esta casa Cristina Hermoso de Mendoza, directora del programa La estación Azul de los niños presenta su primer libro: Melón y Sandia. Un cuento solidario con los niños saharauis con ilustraciones de Sandra de la Prada. Nos cuenta la amistad entre una niña española y un niño saharaui que viene a pasar el verano con ella y su familia. Una historia que vivió nuestra compañera muy de cerca. Nos ha querido mostrar a Mahfud y mediante él dibujar y escribir sobre todos los niños saharauis.

El periodista español, Guillermo Fesser, residente en el Estado de Nueva York desde hace años, ha dedicado buena parte de su carrera profesional a estudiar la influencia hispana en Estados Unidos, su crecimiento profesional, la creciente integración social y especialmente sus méritos y su necesidad de reconocimiento.

Su última novela, titulada “Marcelo” (editorial Contraluz) aborda la vida un barman ecuatoriano, quien durante décadas ha trabajado haciendo cócteles y atendiendo de una manera muy singular en la barra del célebre Oyester Bar de Grand Central Terminal de Manhattan.

Marcelo es un hombre real, que tiene sinsabores y malos días, pero también es un referente de adaptación y lucha por la vida. Marecelo, como otros “marcelos”, se han conviertdo en arquetipos de los hispanos, ya un 20% de la población estadounidense.

“Hay que elegir si este país es para todos o para unos que quieren fundar un club privado”, recalca Fesser en Atlantic Express -cuya entrevista con Marcelo, sirve de base para esta edición- y añade, “cuando uno va a un Parque Disney y le quita la careta a Mickey Mouse el que suele estar debajo es un hispano”.

Gracias a la pericia narrativa y el sentido de la humanidad de Guillermo Fesser, conocemos cómo Marcelo, originario de Ecuador y gran seguidor del Real Madrid, ha atendido a todo tipo de personalidades y vivido circunstancias singulares.

Ahora su historia se conoce en Europa y Estados Unidos gracias al trabajo de Guillermo Fesser.


La sommelier y comunicadora Meritxell Falgueras presenta su primera novela: Cátame. Wines and the city. En el informativo 24 horas de RNE, Falgueras explica que tenía muy claro "que el protagonista principal fuera el vino" y confiesa que el 69% de lo que cuenta son sus propias experiencias. "Cada vez que nos bebemos una botella, la vacíamos de líquido, pero la llenamos de emociones, sensaciones y experiencias", reflexiona. Por ello, cuando le preguntan si los altos precios son producto del esnobismo, responde con claridad que "el vino es el único arte que te puedes beber".

La literatura es tan poderosa que incluso nos permite viajar sin movernos. Sobre esto hablamos con Manuel Mateo Pérez, editor de Tintablanca y Nadal Suau, autor de 'San Francisco'.

El Madrid que retrata Camilo José Cela en La colmena ya no es ese Madrid “absurdo, brillante y hambriento” que miró Valle-Inclán. Sin embargo, están relacionados: por algo se considera a Cela, todavía, el último escritor del 98. Porque, aunque escriba su obra tras la Guerra Civil, algo hay siempre en él de poeta andador noventayochista, narrador visionario que vislumbra, andando por las tierras españolas, sus almas escondidas en las voces de gentes que preservan un saber telúrico. Y de entre todos los miembros del 98, seguramente es Valle con el que guardará Cela más familiaridad: por su creación tan vibrante en las palabras y ese tremendismo visible en los ambientes, tan cerca del esperpento valleinclanesco como de esos cuadros verticales, salvajemente costumbristas de José Gutiérrez Solana. También por ese alma degradada de los personajes que tratan de mantener su dignidad, en el caso de Valle; aunque, en el caso de Cela, en ese Madrid gris de la posguerra inhóspita, el drama de sobrevivir ha sustituido a la sensación de absurdo del reinado final de Alfonso XIII, y ya no hay brillantez. En La colmena ya ha pasado todo, pero todo está a punto de empezar para esa larga noche de los derrotados, con unos personajes que se mueven entre la mezquindad, el sometimiento, la compasión y el abuso, sin mañana posible. La victoria sigue siendo la coartada de muchos vencedores, mientras dura el dolor. Cela pone su espejo ante un país que ha asistido a su demolición. Ahora sólo quedan los escombros rodantes, la vida fragmentada en la colmena que únicamente aspira a resistir el día. Su Madrid ya es sombrío, se ha oscurecido sin ningún contraluz, y ya no hay dignidad ninguna que salvar.

Sólo el frío en la calle, en el cuerpo y los ojos hacia abajo, la ciudad convertida en amenaza y esa hambre voraz de los sueños perdidos.