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Los ERTE han salvado "miles de empresas y puestos de trabajo", según ha manifestado la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en la firma del acuerdo para prorrogar los ERTE hasta el 30 de septiembre. Los sindicatos han destacado que han sido "una herramienta de éxito" para mantener el empleo en plena crisis del coronavirus y los empresarios subrayan que siguen siendo necesarios. El ministro de Seguridad Social considera que es un pacto equilibrado entre proteger a las empresas sin actividad e incentivar a las que reincorporan a sus empleados.

El presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, ha sido muy crítico sobre la negociación de la prórroga de los ERTE: "El Gobierno se equivoca en el planteamiento errático (...). Sale a última hora con un cambio en las exoneraciones". Entrevistado en TVE, Cuerva ha señalado que su propuesta cuesta menos que la del ministro de Seguridad Social e insiste en ayudar "a las empresas que más lo necesitan", mientras que Escrivá quiere bonificar más la reincorporación de trabajadores.

En España antes de la pandemia había tres millones de autónomos, un número que ha crecido actualmente. El autoempleo ha sido la única salida para tener un trabajo tras la llegada del COVID-19. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, cree que el colectivo ha aguantado los envites de la pandemia gracias a los acuerdos que se alcanzaron con ellos para cobrar el cese de actividad. En breve podrían tener un nuevo sistema de cotización a la Seguridad Social. Un reportaje de Esperanza Martín.  

La convivencia entre máquinas y humanos se produce desde hace tiempo en fábricas de coches y hoteles. A corto plazo los robots destruyen empleo pero a la larga traerán otros perfiles laborales y avances sociales.

Cambiará la idea de la productividad, que ya no estará ligada al horario de trabajo. La humanización de los robots seguirá siendo ciencia ficción: no tendrán los mismos derechos que los humanos.

No hay cifras oficiales de las horas que se trabajan realmente frente a las cotizadas, por la dificultad de cuantificar esta forma de economía sumergida. Afecta, sobre todo, a personas sin estudios superiores y a inmigrantes. En el confinamiento, muchos trabajadores de la hostelería se quedaron sin ningún tipo de ingreso. Los que cotizaban por menos horas de las que trabajaban realmente no pudieron acceder a prestaciones.

Foto: Getty Images