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Todavía no es la candidata oficial, pero la guerra sucia contra ella ya ha comenzado desde la bancada republicana. La llaman desagradable, mezquina e incompetente, descalificaciones que ya usaron en 2020 para hundirla. Ahora, repiten la jugada, principalmente aquellos del ala más radical del expresidente Donald Trump. Unos ataques que los seguidores de Kamala Harris buscan revertir para empoderarla, en una campaña en la que solo le quedan poco más de tres meses antes de celebrarse las elecciones

Las cosas se han movido rapidísimo para Kamala Harris. En solo una jornada desde que Biden renunció a seguir en la carrera ha recabado el apoyo de más de la mitad de los delegados demócratas y eso es lo que le va a convertir en la candidata del partido en cuanto voten. Además en solo 24 horas su campaña ha recaudado 81 millones de dólares, todo un récord. 

Después de tres semanas de vértigo y de incertidumbre en las filas demócratas, parece que está logrando unir al partido e inyectarle algo que le hacía mucha falta: entusiasmo, al menos de momento. Ahora Kamala Harris tiene muchos retos y quizás el mayor sea a remontar en las encuestas frente a Donald Trump. 

Por otro lado a Biden lo hemos escuchado en una llamada telefónica al equipo de campaña para apoyar a Harris pero todavía no lo hemos visto. 

Hoy regresa a la Casa Blanca y seguimos a la espera de un mensaje al país para explicar su decisión.

FOTO: Erin SCHAFF / POOL / AFP

Kamala Harris ha llegado a la carrera por la presidencia de los Estados Unidos demasiado cerca del 'sprint' final. La actual vicepresidenta tiene por delante la misión de recuperar el tiempo que su partido ha perdido con un candidato fallido. Después de 24 horas frenéticas buscando el apoyo de los demócratas, su primer discurso en público ha estado íntegramente dedicado a Joe Biden.

Foto: Michael Brochstein / Zuma Press / ContactoPhoto

Los republicanos como el expresidente Donald Trump y su número dos, J.D. Vance, le piden a Joe Biden que dimita ya. Sus rivales políticos aseguran que si no es apto para presentarse a la reelección, tampoco lo es para seguir dirigiendo el país.

Los errores no forzados del presidente, sus dudas y sus caídas lo han precipitado a una decisión que los republicanos siguen explotando, conscientes de que los logros de Biden no se han traducido en popularidad. Le acusan de políticas desastrosas en inmigración, vivienda, economía y política exterior.

La campaña arrancó marcada por los escándalos judiciales de Donald Trump, aunque sus causas judiciales han sido eclipsadas, en parte, por los despistes y los lapsus de Biden, como en el histórico debate que tuvo contra el candidato republicano. Todas las miradas estaban puestas en la capacidad de Biden para salir reelegido. En un período electoral nada típico en EE.UU., con hasta un intento de asesinato, era cuestión de tiempo que la renuncia del presidente a la campaña electoral se llevara a cabo.

Hasta mayo, los demócratas habían recaudado 91 millones de dólares, por detrás de los 116 de Trump. Una sustancial suma que, según algunos expertos, pasaría directamente a la candidatura de Kamala Harris tras la renuncia de Joe Biden. Sin un caso similar en la historia del país, y aunque ya hay voces republicanas cuestionando el traspaso, en las primeras siete horas Harris había recaudado casi 50 millones de dólares. Hasta ahora, la campaña económica estaba del lado de Trump, y la inercia del dinero: fondos, inversiones, mercados, se movían hacia sus políticas, aunque puede que este cambio de rumbo dé un soplo de energía a los demócratas.