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Este viernes se celebra el Día del Migrante, una fecha que sirve para recordar un año que nos ha dejado fotografías espeluznantes, como el cadáver del pequeño Aylan Kurdi en una playa del mediterráneo, los cientos de balsas con refugiados sirios llegando a las costas griegas en medio de la desesperación, o interminables hileras de seres humanos caminando por las autopistas para atravesar fronteras. Las organizaciones humanitarias reivindican una migración segura y legal, la pregunta es cómo se consigue esto.

Los fenómenos climáticos extremos afectan, según la ONU, a más de 26 millones de personas que cada año se ven obligadas a abandonar sus casas. Por eso, en la cumbre de París, distintas organizaciones piden que se cree una figura legal la del "refugiado del clima". Los cambios de temperatura, las olas de calor, las inundaciones o las sequías van a hacer que los niños tengan más riesgo de desnutrición, de paludismo, de dengue. Más de 500 millones de niños viven en lugares donde las inundaciones son cada vez más habituales y otros 160 millones se exponen a sequías extremas.

Tres adultos y cuatro niños, cristianos iraquíes, han regresado esta semana a su país en ataúdes de cartón. Huyeron del Estado Islámico y se ahogaron en aguas del Mediterráneo. Como otros 4.000 refugiados este año.
 

Los ministros de Interior de la Unión Europea debaten hoy generalizar los controles fronterizos dentro de la zona Schengen ante la crisis migratoria. Además, Grecia ha accedido a reforza la vigilancia en sus fronteras para controlar el paso de refugiados.

La Unión Europea y Turquía relanzan sus relaciones en la cumbre celebrada esta tarde en Bruselas. Ankara recibirá 3.000 millones de euros para mejorar las condiciones de los más de dos millones de refugiados que acoge, y se compromete a contener la inmigración irregular hacia Europa. A cambio, se acelera su proceso de adhesión y la liberación de visados.