Polonia ha pasado en apenas un mes de levantar un muro en su frontera con Bielorrusia para impedir el paso de sirios y afganos a volcarse con la acogida de los refugiados ucranianos.
Una amplia red de voluntarios se ha desplegado por toda la frontera y el resto del país para darles alojamiento, transporte, comida y medicinas, entre otros.
El cambio de actitud del Gobierno ultraconservador polaco ha sido de 180 grados: en el pasado se negó en redondo a acoger a los refugiados de la guerra de Siria, mientras que ahora ha abierto sus puertas de par en par y ha puesto medios para permitir la estancia de los ucranianos.