El 13 de noviembre se cumplen 20 años del desastre del Prestige. Una "chatarra flotante" que transportaba 77.000 toneladas de fuel. El vertido de su carga afectó a 2.000 kms de costa y al 75% de las playas de la cornisa cantábrica. Se estima que murieron más de 200.000 aves marinas además de causar un impacto brutal en la economía del sector del mar durante meses.
El impacto social también fue extraordinario. Las imágenes de cientos, miles de personas enfundadas en monos blancos ennegrecidos por el chapapote que limpiaban playas sin apenas medios, con sus propias manos, son inolvidables. Como lo es el grito "Nunca Mais". Son recuerdos que siguen presentes en la memoria de pescadores, mariscadoras, alcaldes, ONGs.... Y a pesar de que la Xunta y el ministerio de Transportes aseguran haber tomado medidas para evitar situaciones similares, muchos creen que podría volver a pasar.
El Supremo revoca la sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña y condena a dos años de prisión del capitán del barco, Apostolos Mangouras, por un delito medioambiental.
La sentencia del 'Prestige' solo condenó al capitán del buque, Apostolos Mangouras, a nueve meses de prisión por desobediencia grave, pero absolvió a este, al jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos, y al entonces director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors, de los delitos medioambientales.
El capitán del 'Prestige', Apostolos Mangouras, admitió en el juicio celebrado diez años después de la tragedia que detectó corrosión en el casco pero que él no estaba "capacitado" para valorar el riesgo que suponía.
El Gobierno español contrató al batiscafo francés 'Nautile' para tapar las grietas del 'Prestige' por las que diaramente salía el fuel. En total, se taparon 20 grietas registradas hasta terminar el proceso en agosto de 2003.
La plataforma Nunca Mais, que se constituyó dos días después del hundimiento del 'Prestige', tuvo su acto más importante el 1 de diciembre de 2002 con una multitudinaria manifestación en Santiago de Compostela para denunciar la gestión que se hizo del accidente del petrolero. [Fragmento de un reportaje de Crónicas].
El director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors, dio la orden de alejar el 'Prestige' de la costa "hasta que se hunda" desde las primeras horas del accidente.
El vicepresidente del Gobierno cuando ocurrió la catástrofe del 'Prestige', Mariano Rajoy, describió el fuel que salía por las grietas del 'Prestige' como unos "pequeños hilitos (...) cuatro regueros solidificados con aspecto de plastilina en estiramiento vertical".
El 'Prestige', un petrolero monocasco con bandera de Bahamas, zozobra frente a las costas gallegas a las 15.10 horas del 13 de noviembre de 2002, hace ahora 20 años. Lleva cerca de 77.000 toneladas métricas de fueloil pesado.
Sus embarcaciones de color naranja son desde hace casi tres décadas parte fundamental del paisaje portuario español. Grandes buques polivalentes, remolcadores, patrulleras y lanchas de intervención rápida que cuentan con el apoyo de helicópteros y aviones apostados a lo largo de nuestras costas. Es una enorme flota en permanente alerta para atender cualquier emergencia en las aguas de responsabilidad española, una descomunal región líquida cuya extensión triplica la superficie terrestre nacional. La Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar) ha rescatado desde 1993 más de medio millón de vidas.
Su creación, exigida por convenios internacionales, fue tardía y compleja, pero consiguió elevar la seguridad de nuestros mares al nivel de las naciones más avanzadas en la materia. Para ello es fundamental el papel coordinador que desempeña esta entidad civil, capacitada para movilizar también medios ajenos –tanto públicos como privados– con el fin de resolver de forma inmediata cualquier situación de peligro. También ejerce una labor de contención y vigilancia de la contaminación y es responsable de los dispositivos de separación del tráfico marítimo en las grandes esquinas navales del país.
Hasta bien entrado el último cuarto del siglo XX las aguas españolas eran temidas por los marinos ante la ausencia de un sistema eficaz de búsqueda y rescate de barcos en apuros. Los voluntarios de la Cruz Roja del Mar, el Servicio Aéreo de Rescate del Ejército del Aire o los buques de la Armada intentaban cubrir con más voluntad que recursos ese enorme vacío.
La primera institución consagrada a la misión de evitar muertes en la mar fue la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos, entidad nacida en 1880 bajo la presidencia del almirante Joaquín Gutiérrez de Rubalcava. Aunque el personal era voluntario y su red de estaciones a todas luces insuficiente, jugó un papel crucial en la protección de las aguas costeras.
El documental “El salvamento marítimo en España, la vida por la vida”, con guion de Álvaro Soto, recorre la historia del auxilio a los navegantes, un apasionante camino hacia la profesionalización del servicio donde la solidaridad y el heroísmo siempre han estado presentes.
Participan en el programa el asesor del Instituto de Historia y Cultura Naval José María Blanco Núñez y Juan Carlos Arbex, autor de varios libros sobre el salvamento marítimo en España. Por parte de Sasemar intervienen su director, José Luis García Lena; el director de operaciones, Germán Erostarbe; la jefa del servicio de flota y seguridad, Evangelina Díaz; el jefe de inspección aérea, Néstor Perales; uno de los responsables del Centro Nacional de Coordinación de Salvamento, Ignacio Campos; el técnico de operaciones especiales y lucha contra la contaminación Marcos Riestra; y el jefe del centro de coordinación de Salvamento Marítimo en Palma de Mallorca, Miguel Félix Chicón. También suenan las voces de quienes están en primera línea: profesionales como el capitán del buque Clara Campoamor, Jesús Lanchares, o Jesús Alonso y Txomin Lecue, patrones con años de experiencia en embarcaciones rápidas de la clase Salvamar. El documental se completa con testimonios de personas rescatadas y grabaciones de intervenciones reales.
El 13 de noviembre de 2002, un temporal afectaba al norte de España, y nada hacía pensar que esa tarde el accidente de un barco con bandera panameña iba a provocar la mayor catástrofe ecológica que ha afectado a nuestro país. Esa tarde a 25 millas de Finisterre sufría un accidente el Prestige. Un accidente que afectó a unos 2000 kilómetros de costa. En nuestra retina las imágenes de fauna y vegetación marinas cubiertas de chapapote. Pero, también instantáneas de la solidaridad de los cientos de miles de voluntarios que acudieron a limpiar las playas gallegas de aquellos "hilillos de fuel" que dijo por aquel entonces el vicepresidente del Gobierno Mariano Rajoy. Él fue quien gestionó la crísis que supuso el comienzo del declive del Ejecutivo de Jose María Aznar.
El Tribunal Supremo ha fijado en más de 1.500 millones de euros las indemnizaciones definitivas por el accidente del Prestige, la mayor catástrofe medioambiental de nuestra historia. El dinero debe ser abonado por las partes ya condenadas, entre las que se encuentra el capitán y la propietaria del barco.