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El historiador británico,  Orlando Figes, que acaba de publicar 'La historia de Rusia', cree que la guerra de Ucrania es el último ejemplo de cómo Putin y sus antecesores han utilizado y manipulado la historia y los mitos del país desde hace varios siglos para justificar sus ambiciones imperiales. Lo analizamos con Ángela Núñez, redactora del área de Cultura de RNE, que ha entrevistado a Figes, historiador experto en Rusia y autor de obras como 'Los europeos'.

Los ataques rusos han alcanzado la región y la ciudad de Odesa, donde se encuentra un equipo de TVE y donde muchos de sus barrios están prácticamente a oscuras. Solo disponen de energía eléctrica aquellos que tienen generadores. Además, tras la caída de otro misil ruso, los cortes en las telecomunicaciones y en internet son cada vez más frecuentes. Odesa es uno de los tres puertos ucranianos a través de los que sale el cereal que estipula el acuerdo de exportación que Rusia suspendió recientemente después de varias explosiones en la península de Crimea.

La buena noticia es que ese acuerdo se ha prorrogado por cuatro meses, por 120 días, después de que Moscú recibiera garantías de la ONU de que se eliminarían las trabas a la exportación de sus fertilizantes. Ese acuerdo es importante porque desde que se puso en práctica han salido más de 500 barcos cargados con alrededor de 11 millones de toneladas de productos agrícolas, lo que ha contribuido a paliar el alza de los precios.

Las sirenas de Kiev han despertado a los habitantes que se han encontrado con un manto blanco sobre la superficie del país. Las primeras nevadas del invierno se convierten en un problema más debido a que aún varias regiones del país están sin electricidad, según la compañía energética estatal Naftogaz.

Las autoridades han dicho que ya se encuentran trabajando en reparar las instalaciones de todo el país, ya que en su mayoría han sido afectadas por los últimos bombardeos de Rusia. De hecho, los sonidos de las explosiones han resonado en varias ciudades como el puerto sureño de Odesa, la capital Kiev, la ciudad central de Dnipro y la región sureste de Zaporiyia, donde las autoridades han confirmado la muerte de dos personas.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya no acusa directamente a Rusia por el misil que cayó en Polonia, matando a dos personas. Ahora dice que no está seguro de lo qué pasó, pese a que la OTAN y Varsovia apuntan a que se trató de un misil antiaéreo ucraniano.

En Washington lanzan otro guiño a un posible final negociado de la guerra. "Es Ucrania la que debe decicir si negocia y cuándo hacerlo y cómo, pero hay que tener en cuenta que es altamente improbable que se dé una victoria militar completa para Kiev", ha dicho Mark Milley, jefe del Estado Mayor de EE.UU.

Hoy ha habido nuevos bombardeos sobre Ucrania, como en Dnipro, donde ha habido 14 heridos. Y, de nuevo, han sido blanco instalaciones estratégicas de gas, ahora que el invierno ha llegado a Kiev.

Foto: REUTERS/Mykola Synelnykov

A Mateusz, de 30 años, todavía le tiemblan las piernas cuando mira en dirección adonde cayeron los restos del misil en Polonia, una zona rural con instalaciones de grano en suelo polaco a pocos kilómetros de la frontera con Ucrania. "Podía haber sido yo", repite constantemente. Se salvó porque entraba a trabajar en el campo un poco más tarde, pero conocía a las dos víctimas del impacto.

A la zona, totalmente acordonada, solo pueden acceder expertos de Polonia y Estados Unidos, los dos países que investigan lo ocurrido. El presidente polaco se ha visto con el jefe de la CIA. Reino Unido ha ofrecido asistencia y Alemania, patrullas aéreas conjuntas con Polonia. Kiev exige ver el lugar del impacto y no está de acuerdo con la versión que se da como más probable.

Foto: REUTERS/Kacper Pempel

El impacto de un misil en suelo de Polonia, que ha causado dos muertos, y cuyo origen aún está por aclarar, ha hecho sonar todas las alarmas en la OTAN, en los países vecinos a Ucrania y en todo el mundo ante el temor a una escalada.

Los ánimos se han calmado cuando el presidente polaco, Andrej Duda, ha adelantado que lo más probable es que se trate de un misil de la defensa antiaérea ucraniana que ha impactado por error en territorio del país vecino. Por lo tanto, Polonia no invocará el Artículo 4 del Tratado de la OTAN.

La conclusión del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha sido la misma: la información preliminar apunta a un misil antiaéreo ucraniano. Rusia ya había asegurado que el proyectil era ucraniano, mientras Ucrania insistía en acusar a Moscú y en pedir la reacción internacional.

El misil caído en Polonia ha elevado la tensión en la cumbre del G20. Cuando oscurecía en Bali, el ambiente era de cena de gala indonesia e incluso el canciller ruso Lávrov hacía acto de presencia, aunque poco después abandonaba la cumbre. Ya se sabía que algo había ocurrido en Polonia.

A primera hora, Joe Biden se ponía a la altura de la tensión y llamaba a sus aliados más cercanos. Reunía de urgencia al G7 más España y Holanda para informarles de lo que sabía Estados Unidos sobre lo ocurrido.

Foto: Steffen Hebestreit/BPA/Handout via REUTERS