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En el programa especial de Las Mañanas de RNE desde Jerusalén, recorremos parte del muro que divide Cisjordania desde 2002. Lo hacemos de la mano de dos palestinos, Shereen Dagani, compañera de Radio Exterior, e Ishac Zorob, que tiene un negocio de comida para llevar. Ya antes del 7 de octubre, el bloqueo israelí había llevado a la población civil de la Franja de Gaza a una situación desesperada. En Cisjordania, asisten a un repunte de la tensión y la Autoridad Nacional Palestina hace esfuerzo por tratar de frenar como puede el avance de Hamás en este territorio. Si hay un símbolo de las consecuencias de la ocupación israelí, es el muro que divide Cisjordania. El gobierno israelí de Ariel Sharon lo comenzó a construir en 2002, decía, por razones de seguridad, para blindarse de los atentados. Pero más allá, ha tenido consecuencias sociales, económicas y vitales sobre la población civil muy difíciles de cuantificar. Unas consecuencias que se unen a las de una nueva guerra en Gaza.

Miles de personas han huido del norte de Israel ante la posibilidad de que se reactive la guerra con Hezbolá , el grupo terrorista que lanza sus ataques desde Líbano. Tienen miedo y hablan de un conflicto inevitable y de serias consecuencias, dado el poder con el que cuenta Hezbolá: “No es enfrentarse a Hamás. Son mucho más poderosos”, cuenta la joven Hadar, desplazada, en RNE. Muy pocos han preferido quedarse en pequeñas comunidades agrarias, llamadas moshav, en las que viven en esa zona fronteriza. Saben que les espera un tiempo duro, pero están dispuestos, dicen, a asumir las consecuencias. Les apoyan voluntarios como Gidi, que también charla con nuestra corresponsal en la zona, Laura Alonso.

El Padre David Steffy, encargado de la Santa Sede para el Centro Notre Dame de Jerusalén, nos cuenta que la ciudad intenta volver poco a poco a la normalidad aunque reconoce que hay una depresión que afecta a todos los habitantes. “Todos, árabes, cristianos y judíos sentimos un dolor muy fuerte. Aunque con esperanza, siempre”

El Padre Steffy asegura que uno de los problemas es que la ciudad se ha quedado sin peregrinos. "Esto es lo que pesa sobre la gente, cómo va a ser el futuro, si podremos tener la seguridad de tener trabajo y ayudar a nuestras familias", expresa en el programa especial de 'Las Mañanas de RNE'.

Jerusalén es una ciudad en la que conviven varias comunidades y tres religiones: judíos, árabes y musulmanes viven en un equilibrio imperfecto y más distanciadas que nunca tras el inicio de la guerra el 7 de octubre. Nuestra corresponsal, Laura Alonso, nos habla de esa convivencia marcada por los continuos controles de Israel a los ciudadanos palestinos, y de cómo es vivir en una ciudad donde se mezclan continuamente las culturas, los olores y los sonidos de la vida cotidiana de estos tres grupos.

Además, paseamos por la Ciudad Vieja con Mónica Rodríguez, una arquitecta española que lleva un año y medio trabajando en Jerusalén. Mónica nos explica cómo es esa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes. "Creo que las tres comunidades están yuxtapuestas más que juntas. Se invaden unas a otras. Van buscando los límites de hasta dónde puedo llegar para invadir al otro sin que se, sin que se enfade o hasta que se enfada un poquito incluso", nos cuenta.

El 7 de octubre, los kibutz fueron arrasados y muchas personas fueron masacradas. Hasta 240 fueron tomadas como rehenes por Hamás. Entre ellos, miembros de la familia de Jimmy Miller. "Cada día que están ahí es un peligro", asegura Miller, que confía en que los estén cuidando, aunque es difícil mantener la esperanza conforme pasan los días. 

Miller pertenece al movimiento de solicitud para que se libere a los secuestrados e insiste en que no son el enemigo. También pide compasión a Hamás para que libere a los niños: "Si tienen corazón, tienen que liberarlos".

El escritor israelí, David Grossman, confiesa en ‘Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso’ que está muy preocupado por la situación que vive su país y es crítico con la actuación de su gobierno. "Nadie sabe decir hacia dónde vamos o qué plan hay para el día después de la guerra. No sabemos cómo quiere terminar esta guerra ni cuándo finalizará", afirma Grossman, que cree que la resolución del conflicto pasa por el diálogo y la empatía. "Hay que tratar de entender por qué el otro piensa o actúa así. Tenemos que abordar cómo viven los palestinos para tratar de caminar hacia la convivencia. No tendremos una paz duradera con el mundo árabe si no la tenemos con los palestinos. Si no resolvemos la ocupación no hay posibilidades para una vecindad pacífica", asegura el escritor, que, no obstante, reconoce que ahora mismo le cuesta ser optimista. "Creo que hay gente que puede contribuir a este objetivo. Son pocos, y es verdad que tras el 7 de octubre es difícil encontrar el valor para que los israelíes y palestinos puedan superar los estereotipos y superemos la violencia".

Una de las consecuencias de la guerra entre Israel y Hamás es que muchos palestinos han perdido su trabajo, especialmente en Belén, una localidad que vive del turismo religioso y en la que trabajaban muchos artesanos palestinos que ahora no pueden entrar en Israel. "Aquí han parado muchas cosas, sobre todo el turismo. No hay peregrinos", nos cuenta Daniel Yacoub, artesano de la madera en Belén, que mantiene abierto su taller. "La mayoría de los trabajadores están en casa, sentados, sin trabajo. Es un desastre. Si la gente no trabaja, ¿dónde va a comer", lamenta Daniel, que asegura habían vivido algo tan duro como esto. "Ha habido muchas guerras, pero duraban 20 días. Esta dura ya más de 100".

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, urge a la creación de un Estado palestino "realista y viable", en el programa especial de 'Las Mañanas de RNE' desde Jerusalén. ¿Hay riesgo de que este conflicto se desborde y se reactive en otros frentes? "Sí, por supuesto. Es un riesgo que sigo muy de cerca y que me preocupa [...] Califico de auténtica catástrofe si se extendiera al Líbano", expresa Albares.

El ministro considera que la solución para poder vivir en paz y seguridad es "Gaza y Cisjordania bajo una única autoridad palestina, conectados por un corredor, con una salida al mar y un puerto en Gaza y con su capital en Jerusalén Este". Sobre la relación de España con Israel tras las acusaciones de alinearse con Hamás, Albares asegura que "queremos tener las mejores relaciones", pero insiste en la posición española: "No me resignaré nunca a que Oriente Medio tenga que ser sinónimo de guerra, refugiados y civiles muertos".

El portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel, Lior Haiat, asegura que su país seguirá bombardeando la Franja de Gaza hasta que no haya eliminado por completo a Hamás. "Seguiremos luchando hasta que lleguemos a todos los líderes y a cada uno de los terroristas de Hamás. No va a ser una guerra corta", afirma Haiat, que insiste en que la actuación militar de Israel está justificada. "Nuestras vidas está por encima de la opinión pública. Quien no apoya a Israel en su guerra de autodefensa, está del lado de Hamás", sentencia.

Pakistán ha atacado con misiles y drones a una milicia separatista con base en Irán. Han muerto, al menos, tres mujeres y cuatro niños. Ninguno iraní. Pakistán asegura que eran terroristas. Es la misma razón usada por Irán para justificar su ataque del martes en suelo pakistaní. En Baluchistán, proyectiles iraníes impactaron contra bases de un grupo suní. China y Turquía piden contención y se ofrecen a mediar.