En la costa de Cabo Delgado, sobreviven hacinados casi 700.000 personas desplazadas por los ataques de milicias MAPA islamistas, que intentan hacerse con esta provincia rica en yacimientos de gas. Hay tragedias tan crudas que son indescriptibles, dice la representante de la agencia de la ONU para los refugiados, como la decapitación de, al menos, un niño de 11 años, y numerosas violaciones y otros crímenes indiscriminados.
Cientos de huérfanos están ahora a cargo de las propias comunidades. "Los niños llegan en malas condiciones. La mayoría tienen malaria. Los desplazados llegan con peor condición psicológica que física debido a todo lo que han vivido", explica Patricia Postigo, de Médicos Sin Fronteras.
La ONU y países como España o Portugal, antigua potencia colonial de la región, condenan los ataques, pero en el norte de Mozambique, por ahora, solo gobiernan la violencia, el miedo y el abandono.