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La nueva realidad que ha traído Madrid Central a la movilidad de la capital se ha manifestado de manera tibia en la jornada inaugural de la medida, en la que los madrileños han observado escasos cambios en el área restringida al tráfico, aunque muchos coinciden en que habrá que esperar para calibrar su impacto real.
Esta medianoche se ha dado el pistoletazo de salida a una de las iniciativas más emblemáticas del mandato de Manuela Carmena como alcaldesa, y la primera mañana en la que el perímetro rojo que rodea el distrito Centro de Madrid ha gozado de vigencia ha transcurrido con la normalidad como nota predominante.

Madrid Central, el proyecto que limita la circulación en el centro de la capital, se pone en marcha con el objetivo de luchar contra la contaminación. La normalidad es la nota dominante durante las primeras horas de su entrada en vigor. En enero comenzarán los avisos de multa. A partir del mes de marzo, las sanciones a los infractores.

Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso habla con Xavier Querol, profesor e investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental del CSIC, sobre la efectividad de medidas como Madrid Central, que entra hoy en vigor, para mejorar la calidad del aire de las ciudades. El experto se ha mostrado satisfecho y ha recordado que ya son muchas las ciudades en el mundo que han adoptado medidas similares.

A partir de la medianoche del 30 de noviembre, el Ayuntamiento de Madrid pone en marcha el llamado Madrid Central, un plan para restringir el tráfico de vehículos privados en el centro y, con ello, reducir la contaminación y mejorar la movilidad.  Es un proyecto no exento de polémica, nos lo cuenta nuestra reportera Iratxe Llarena y entrevistamos a Pascual Medel, portavoz de la plataforma de afectados por Madrid Central.

En Estados Unidos, el Gobierno no se plantea prohibir la conducción de los vehículos más contaminantes, aunque la industria presiona a Trump para que tome medidas contra la contaminación. La idea de prohibir la venta de coches diésel presenta una utopía en Alemania y el Gobierno ni siquiera se plantea restringir la circulación. En cambio, China reconoce que tienen un problema de contaminación y el Gobierno planea prohibir los vehículos diésel y gasolina.