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De la cumbre del G20 sale un compromiso para que el Fondo Monetario Internacional cuente con más recursos para actuar como cortafuegos en la crisis de la deuda.

Para el Gobierno español, las últimas noticias sobre Grecia despejan en parte el panorama sobre el euro. El presidente Rodríguez Zapatero ha destacado en Cannes el papel del G-20 como motor para impulsar la economía global.

Las negociaciones con la oposición para que respalde este plan continúan y el primer ministro Papandreu, afronta esta tarde una complicada votación para obtener la confianza de su Parlamento.

El Gobierno de Berlusconi ha aceptado que el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea supervisen sus reformas para asegurarse de que cumple sus compromisos.

El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, asegura que los recortes vendrán de la derecha.

No habrá referéndum en Grecia sobre el acuerdo al que llegaron los 17 miembros del Eurogrupo el pasado 26 de octubre. El ministro de Finanzas del país heleno, Evangelos Venizelos, ha llamado a varios dirigentes europeos para confirmar que el Gobierno ha desestimado la idea de la consulta popular de forma definitiva. Venizelos ha llamado al presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker; al comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la CE, Olli Rehn; y el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. "Venizelos ha informado a sus interlocutores de la decisión de no celebrar un referéndum", informa el Ministerio de Finanzas en un comunicado oficial.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se resiste a aceptar la supervisión del FMI y la Comisión sobre las cuentas públicas y el plan de ajuste acordado con la Unión Europea en la última cumbre porque sería pòner al país bajo la tutela exterior. Fuentes de su Ejecutivo han matizado a la prensa que estarían dispuestos a aceptar "consejos" de los técnicos de Bruselas y el FMI, pero desmienten un acuerdo en este sentido. Aún así están "preparados para ser aconsejados", mientras que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, afirma que Italia vive una "crisis gravísima y sin precedentes".

Italia ha aceptado la supervisión del FMI y la Comisión Europea sobre las reformas estructurales a las que se comprometió en la última cumbre europea. Berlusconi se somete al control de estas instituciones para intentar recuperar la confianza de los mercados que desconfían de Italia y siguen castigando su deuda. La Unión Europea intenta atajar la crisis de deuda que afecta especialmente a la tercera economía de la eurozona. El primer ministro italiano deberá reformar las pensiones, el mercado laboral y meter en vereda la deuda pública que supera el 120% del PIB italiano.

Sigue la incertidumbre, porque queda en suspenso la convocatoria de referendum. Papandreu tiene que negociar con la oposición para que el plan de rescate se apruebe. La oposición ha dicho que apoyará ese plan si dimite el primer ministro y se forma un gobierno de transición.

El objetivo: favorecer el crecimiento económico mundial, crear empleo y mejorar los intercambios comerciales, luchando, por ejemplo, contra el proteccionismo. Sin embargo, es inevitable: la principal preocupación sigue siendo el riesgo de contagio al conjunto de la comunidad internacional de la crisis de Grecia.