Al inicio de la invasión rusa de Ucrania, el hospital de Kupiansk fue clave para atender las bajas que se producían en el frente. Hace solo unos días un misil ruso destruía el edificio y dejó de funcionar. Además, en el ataque murió un médico y hubo decenas de heridos.
Ahora los enfermos se han trasladado a otro hospital más alejado del frente y acogen a decenas de soldados heridos. Dimitri es uno de los pacientes. Él se recupera de las heridas de metralla tras haber participado en la liberación del Limán, una de las grandes derrotas del ejército ruso y ahora está convencido de que también ganarán. "La ofensiva sigue y vamos a recuperar la capital", asegura a TVE, pero advierte: "seguimos necesitando más armas".
Como Dimitri, muchos de ellos de los pacientes que se encuentran en el hospital acaban de llegar del frente, donde es más complicado atenderles porque son hospitales que han sido bombardeados y faltan muchos recursos. Por eso están siendo trasladados a este centro médico de Dnipro, donde están no solo lidiando con las heridas físicas, sino también con las psicológicas, casi todos ellos ahora con estrés postraumático.
"Al principio vine mal y necesité asistencia psicológica", dice Alexander, herido en un ataque en Donetsk. Él cuenta que al principio le resultaba difícil borrar las imágenes de la guerra de su cabeza y de sus compañeros fallecidos. Ha visto morir a unos 20 en este centro. Nunca antes habían atendido a heridos de guerra, pero no solo tienen ahora ese reto, también se enfrentan a los problemas derivados de los cortes de luz.
Para no quedarse sin suministro cuentan con generadores de luz. "De momento tenemos generadores funcionando y otros de reserva", dice Dimitri, uno de los doctores de la planta donde han empezado a recibir dibujos que envían niños de la ciudad deseando que los soldados se recuperen y escribiendo la frase más coreada en esta guerra: ¡Gloria a Ucrania!