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El campo de refugiados de Al Mawasi, entre Jan Yunis y Ráfah, había sido declarado como una zona humanitaria por Israel. Hasta allí habían llegado miles de gazatíes desplazados de otras partes de la Franja. Algunos supervivientes han explicado que han sido siete u ocho misiles los que han impactado en el campo de refugiados. Israel asegura que su objetivo eran mandos de Hamás, incluido el líder de su brazo armado.

Foto: AP PhotoJehad Alshrafi

Más de 70 personas han muerto y unas 300 han resultado heridas tras un bombardeo israelí contra Mawasi, declarada "zona humanitaria" por los propios militares israelíes, al oeste de la localidad de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, según el ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás. El objetivo del ataque israelí era Mohamed Deif, el comandante de las Brigadas al Qasam, brazo armado de Hamás.

Foto: Jan Yunis (Bashar TALEB/AFP)

Las negociaciones para un alto el fuego continúan sin visos a alcanzar un acuerdo. Hasta el momento, solo ha habido un cese de las hostilidades en todo el conflicto, y que apenas duró una semana. Israel y Hamás negocian de manera indirecta a través de la mediación de Egipto, Catar y Estados Unidos. La renuncia de Hamás a un alto el fuego permanente ha permitido que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, envíe a sus negociadores, pero continúa imponiendo líneas rojas. Los más radicales han advertido al mandatario que "lo harán caer" si firma la paz con Hamás, mientras que los medios de comunicación del país señalan que el propio Netanyahu boicotea los procesos para alcanzar un alto el fuego satisfactorio.

El grupo islamista Hamás ha dicho que acepta negociar la liberación de los rehenes aunque no haya un alto el fuego permanente, algo que venía reclamando hasta ahora. Se calcula que unas 116 personas están cautivas en Gaza desde los atentados que sorprendieron a Israel el 7 de octubre. Aquel ataque, con 1.200 muertos, ha traumatizado a la sociedad israelí, que es incapaz de recuperar la tranquilidad y que pide aniquilar a Hamás.

Foto: EFE/Ejército de Israel 

Fueron los peores atentados que ha sufrido Israel en su historia. Los terroristas mataron a 1.200 personas en una veintena de kibutzs cercanos a la Franja. A partir de ese 7 de octubre comienza una guerra que dura ya nueve meses y que no tiene visos de terminar. No hay rincón de la Franja que Israel no haya atacado. Los muertos superan ya los 38.000, la mayoría civiles.

Foto: Soldados israelíes en el sur de Gaza (EFE/EPA/Ohad Zwigenberg)

La tensión va en aumento en la frontera entre Líbano e Israel. Las zonas rurales están sufriendo constantes ataques, que se han recrudecido desde la incursión de Israel en Ráfah. La milicia proiraní Hezbolá ha intensificado el uso de drones en el norte de Israel para mostrar apoyo a su aliado, el grupo terrorista Hamás. Por su parte, el ejército israelí está atacando también zonas rurales libanesas. En Chebaa, Moussa Saab, agricultor libanés de cerezas, explica que la situación es "muy grave", incluso "espantosa" porque reciben ataques aéreos a diario.

Los proyectiles están provocando incendios forestales. Bosques y cultivos arrasados que dan cuenta del fuego cruzado entre ambos lados de la frontera. En el libanés, ya contabilizan 4.000 hectáreas quemadas. Y no solo eso, también hay varias casas destruidas. En el norte israelí ya se han quemado más de 6.000 hectáreas, explica Shai Koren, autoridad de Parques y Naturaleza de Israel. “En estos meses se han quemado más que en un año entero”, concluye.

Activistas de los derechos humanos alertan del uso de proyectiles con fósforo blanco por parte del ejército israelí. Los de Netanyahu aseguran que respetan el derecho internacional. En Líbano, los proyectiles han acabado con la vida de 450 personas y en el norte de Israel han matado a 16 soldados y 11 civiles. 

En las últimas horas, Hezbolá ha lanzado el mayor ataque desde el 7 octubre, con 200 cohetes y una veintena de drones. Cada día crece el riesgo de que el conflicto escale en Oriente Próximo.

La tensión va en aumento en la frontera entre Líbano e Israel. Las zonas rurales están sufriendo constantes ataques, que se han recrudecido desde la incursión de Israel en Ráfah. La milicia proiraní Hezbolá ha intensificado el uso de drones en el norte de Israel para mostrar apoyo a su aliado, el grupo terrorista Hamás. Por su parte, el ejército israelí está atacando también zonas rurales libanesas. En Chebaa, Moussa Saab, agricultor libanés de cerezas, explica que la situación es "muy grave", incluso "espantosa" porque reciben ataques aéreos a diario.

Los proyectiles están provocando incendios forestales. Bosques y cultivos arrasados que dan cuenta del fuego cruzado entre ambos lados de la frontera. En el libanés, ya contabilizan 4.000 hectáreas quemadas. Y no solo eso, también hay varias casas destruidas. En el norte israelí ya se han quemado más de 6.000 hectáreas, explica Shai Koren, autoridad de Parques y Naturaleza de Israel. “En estos meses se han quemado más que en un año entero”, concluye.

Activistas de los derechos humanos alertan del uso de proyectiles con fósforo blanco por parte del ejército israelí. Los de Netanyahu aseguran que respetan el derecho internacional. En Líbano, los proyectiles han acabado con la vida de 450 personas y en el norte de Israel han matado a 16 soldados y 11 civiles. 

En las últimas horas, Hezbolá ha lanzado el mayor ataque desde el 7 octubre, con 200 cohetes y una veintena de drones. Cada día crece el riesgo de que el conflicto escale en Oriente Próximo.