El extrarradio de Mariúpol refleja los estragos de tres semanas de asedio. Unas 350.000 personas siguen atrapadas en esta ciudad del mar de Azov: sin gas, electricidad, agua y cada vez menos alimentos. Unas 30.000 personas han logrado huir y muchos lo han hecho por la zona controlada por las milicias prorrusas procedentes de Donetsk. Algunos cuentan que las brigadas ultranacionalistas ucranianas les han hostigado.
Blindados rusos y batallones chechenos están ya a dos kilómetros del centro de Mariupol. Su objetivo sería dividirla en dos, la misma táctica que Rusia utilizó con éxito en Alepo, en Siria. Hoy Moscú insiste en negar que hayan atacado el teatro de Mariupol, donde todavía no se conoce el número de víctimas ni las causas exactas de la explosión. Según la portavoz de Exteriores, Rusia no bombardea ciudades. Pero en Chérnigov, un ataque ruso, según los ucranianos, ha matado a una familia: madre, padre y tres hijos y en Járkov la artillería rusa ha disparado contra objetivos en el centro de la segunda ciudad de Ucrania.
Los blindados rusos se esconden en sus trincheras en los alrededores de Kiev. Rusia estrecha por el Este el cerco sobre la capital, donde el gobierno de Zelenski sigue pidiendo apoyo por aire. Pero Eslovenia no suministrará las baterías solicitadas por Kiev. Y Estados Unidos rechaza cerrar el espacio aéreo para no ir a la guerra con Rusia.
Foto: varias personas caminan cerca de un bloque de pisos que fue destruido durante el conflicto entre Ucrania y Rusia en la ciudad portuaria sitiada del sur de Mariupol, Ucrania, el 17 de marzo de 2022. REUTERS/Alexander Ermochenko.