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Rusia ha recrudecido su ofensiva en el este de Ucrania tras 55 días de guerra. Las tropas rusas continúan el bombardeo de las regiones del Donbás. El ministro de exteriores ruso, Sergéi Lavrov, ha dicho que "la operación especial continúa".

En Donetsk, el hospicio de Chasiv Yar ha sido evacuado por temor a nuevos ataques y Mariúpol se mantiene como objetivo clave para la ofensiva liderada por Vladímir Putin. Las milicias prorrusas han anunciado un asalto final al complejo industrial de Azovstal, situada en la ciudad portuaria, donde se han hecho fuertes los defensores ucranianos que quedan en la ciudad, entre ellos infantes de marina, brigadas y el Regimiento Azov. Las autoridades locales aseguran que en la acería hay también un millar de civiles, familiares de los soldados.

Entretanto, la ONU ha reconocido que lograr un alto el fuego aún "no está en el horizonte" en Ucrania, aunque sigue sin rendirse y ya ha acelerado los trámites para entregar el formulario de solicitud a la Unión Europea

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha afirmado que Rusia ha desencadenado su "gran ofensiva" contra Donetsk y Lugansk (la región del Donbás), en el este del país.

En Mariúpol quedan unos 100.000 civiles, del medio millón de habitantes que tenía antes del comienzo de la guerra. Los combates continúan en la ciudad, clave para los rusos porque su control les permitiría conectar por tierra territorio ruso con la península de Crimea.

Las milicias prorrusas de Donetsk aseguran que han iniciado un asalto final al complejo industrial de Azovstal, donde se han hecho fuertes los defensores ucranianos que quedan en Mariúpol.

Foto: REUTERS/ALEXANDER ERMOCHENKO

Leópolis se ha convertido en el motor de Ucrania. En los últimos días también allí ha habido ataques rusos. Carmen Julia Hernández, nuestra enviada especial, nos cuenta cómo la ciudad sigue funcionando a pesar de la amenaza.

Pablo es ruso, trabaja en Moscú en una empresa que fabrica y exporta productos. Nos cuenta cómo funciona la propaganda y qué piensan los rusos que solo ven los medios controlados por el gobierno.

La foto, de un reencuentro de unos padres con su hijo, la hace nuestro enviado especial Fran Sevilla.

En Ucrania, a las pérdidas humanas se suma la destrucción de viviendas, infraestructuras y de industrias. Una factura que a día de hoy supera el medio billón de euros y que amenaza con dejar su actividad económica reducida a la mitad en cuestión de un año. Cuanto más se alargue la guerra, más grande y profundo será el socavón económico de Ucrania, un país con un PIB parecido al de Andalucía. El Instituto de Finanzas Internacionales, un importante lobby financiero, lo cuantifica en función de la dureza de la invasión.

Los ataques rusos continúan de forma intensa en el sureste de Ucrania, en las regiones del Donbás, y persiste el intento de bloqueo de la ciudad de Járkov (este) y la ofensiva para controlar Mariúpol (sur), cuando ya se han cumplido 54 días desde el comienzo de la guerra.

Al mismo tiempo, Rusia ha realizado los primeros bombardeos con bajas civiles en Leópolis, al oeste de Ucrania, cerca de la frontera con Polonia. Las tropas rusas mantienen sus ataques en el este y han vuelto a bombardear la región de Kiev y Járkov, donde al menos cinco personas han muerto.

La central nuclear de Zaporiyia, en el este de Ucrania, cayó hace semanas en manos del ejército ruso. Los ucranianos temen riesgos para el medio ambiente si no recuperan su control. Es la mayor de Europa y sus seis reactores producen la mitad de la energía de Ucrania.

Foto: Un policía comprueba la documentación de una familia recién llegada a Zaporiyia (EFE/Manuel Bruque)

Las tropas de Ucrania en la ciudad de Mariúpol han ignorado el ultimátum de Rusia para deponer las armas y rendirse. El Gobierno ucraniano ha insistido en que la muerte de sus soldados supondría el fin de las negociaciones de paz.

Foto: Un tanque y camiones de soldados prorrusos en las proximidades de Mariúpol (REUTERS/Alexander Ermochenko)

Las tropas rusos que continúan en Mariúpol impiden la llegada de alimentos y medicinas por parte de asociaciones como Cruz Roja. María Alcázar, Directora Cooperación Internacional, asegura que lo tienen todo listo en Zaporiyia, pero no pueden entregarlo. "El Comité Internacional de Cruz Roja ha intentado durante 6 días llegar a Mariúpol, pero no se han dado todavía las condiciones de seguridad", explica Alcázar. 100.000 vecinos de la ciudad siguen atrapados con riesgo de morir por inanición, sin acceso a agua ni comida y aislados en refugios. 

Informa Mónica Marhuenda

El Gobierno de Kiev ha rechazado el ultimátum dado por Rusia para que las tropas ucranianas que combaten en la ciudad sitiada de Mariúpol depongan las armas. Una decisión que podría precipitar el ataque de las tropas rusas sobre este enclave estratégico. Mariúpol, junto al mar de Azov, es una de las principales metas de los rusos en su esfuerzo por lograr el total control de la región del Donbás y formar un corredor terrestre en el este del país desde la anexionada península de Crimea.

Este domingo se ha producido un nuevo bombardeo en el centro de Járkov, sobre una zona residencial rodeada de viviendas. Las autoridades ucranianas no saben exactamente el número de víctimas, pero la situación es dramática, con una enorme destrucción y la gente horrorizada en las calles. Ayer resultaron heridos cuatro voluntarios de la ONG World Central Kitchen en un ataque a un centro comercial de la zona, donde se encontraban preparando comidas en un restaurante que fue afectado.

También continuarán repartiendo comidas en Rogan, una zona a las afuerzas de Járkov, insisten en que su trabajo es dar de comida a quienes lo necesitan. Por otra parte, Moscú les había dado un ultimátum a los soldados ucranianos que resisten en ciudades como Mariúpol y había prometido que si abandonaban las armas, su vida sería respetada y se les trataría como prisoneros de guerra. Sin embargo, el plazo de siete horas que Rusia les había dado no ha resultado y el presidente ucraniano ha advertido que si Rusia les elimina, se acaban las negociaciones de paz.

Informa Fran Sevilla, enviado especial