Los ucranianos refugiados en España celebran su Navidad más amarga porque se han visto obligados a abandonar su país huyendo de la guerra. Los que llevan más tiempo en España acogen a los que acaban de llegar. En una iglesia ortodoxa de Madrid se congregan personas de varias nacionalidades, sobre todo, ucranianos y rusos. La mayoría de fieles no quieren que se les distinga por su nacionalidad. El deseo de todos por Navidad es el mismo: paz y reencontrarse con aquellos que están lejos.
Los creyentes siguen celebrando la Navidad, a pesar de la guerra. La mayoría de los ortodoxos prefieren festejar la Pascua el 7 de enero, según el calendario juliano, aunque la Iglesia Independiente de Kiev permite que sea el 25 de diciembre. Es otra forma de acercarse a Europa y alejarse de la influencia del Patriarcado de Moscú.
Foto: Creyentes celebran la Pascua ortodoxa en la Catedral de la Asunción, en Kiev (EFE/EPA/SERGEY DOLZHENKO)
¿Cuáles son los motivos que impulsan el espíritu del pueblo ruso en la guerra de Ucrania? ¿Cuál es el papel de la historia? Un experto sobre la historia de Rusia explica a TVE cómo contemplan los rusos la guerra en Ucrania y cuáles son los motivos que mueven al Estado ruso, imperialista y desconfiado con Europa.
Voluntarios de más de 50 países entre los que destacan Estados Unidos y Reino Unido combaten en Ucrania. A la cabeza de los hispanos, España y Colombia.
Todos con experiencia militar pero ni el terreno ni el enemigo son comparables.
En una guerra, además de las víctimas, lo primero que salta por los aires son cristales y ventanas. La explosión provoca que se rompan en mil fragmentos, casi tan mortíferos como un dron. Y aunque el impacto no haya sido directamente contra una casa, la reverberación de la onda expansiva puede hacer que estallen los de un barrio entero.
En Ucrania ya no se fabrican cristales porque se necesita gas y eso encarecía los precios. Los traían de Rusia, pero el Gobierno ha prohibido su importación. Ahora el metro cuadrado vale el doble que antes de la ocupación rusa. Muchos vecinos se ven obligados a utilizar maderas y trozos de plástico para tapar las ventanas sin cristales, pero no siempre sellan bien y entra el frío por las rendijas. Foto: EFE/EPA/ROMAN PILIPEY
En Bucha, cerca de Kiev, nadie celebra el Año Nuevo. Un equipo de TVE acompaña a Nina al edificio donde vivía con su marido y su hija en la ciudad donde se masacró a cientos de civiles. Allí, no quedan familias para celebrar. Tampoco niños jugando en el parque. Todos fueron evacuados antes del bombardeo y no hubo víctimas. Ella no puede dejar de venir a ver cómo está el que antes era su hogar.