Los gestos de apoyo hacia los emigrantes se repiten a cada paso. Un grupo de estudiantes reparte entre los componentes de la caravana el agua que ellos mismos han pagado. Más adelante ropa y pañales. Un tercio del grupo son niños y muchos de ellos están enfermos debido al calor.
La caravana avanza sobre todo tipo de vehículos. Son muchos los que se ofrecen a llevar a los emigrantes rumbo al norte sin que la Policía Federal trate de impedirlo. Los habitantes más pobres del estado de México los reciben con banderas de Honduras y gritos de ánimo. Algunas zonas se han convertido en verdaderos puntos de avituallamiento.