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La Fiscalía acusa a Costa Cruceros de grave violación de las normas de seguridad. Las apreciaciones del ministerio público de la región de Toscana deben ser tenidas en cuenta en el proceso. El fiscal considera también que el empresario debe responder de su elección a la hora de designar al responsable de una nave.

Así mismo, se investiga si los saludos eran o no una manera habitual de proceder de Costa Cruceros como una forma de hacerse publicidad, tal y como ha alegado el comandante, Francesco Schettino.

El fiscal expresa la necesidad de investigar los mecanismos estropeados de las barcas salvavidas, la escasa preparación del personal ante una emergencia y por qué se daban órdenes incomprensibles, como que los pasajeros volvieran a sus camarotes, una hora después de la colisión.

Con los cuerpos de dos mujeres recuperados en la tarde del lunes se eleva a 15 el número oficial de fallecidos en este naufragio. Los desaparecidos son aún 18.

En la mañana del martes se inicia la extracción del combustible del barco. El buque tiene todavía secuestrados muchos cuerpos en el intrincado laberinto de corredores, camarotes y cámaras obstruidos por todo tipo de mobiliario en la grotesca escena de desorden que deja una tragedia. De sus tanques hay que sacar 2400 toneladas de gasóleo que supone un peligro de contaminación latente.

En Italia, son ya 15 los cuerpos rescatados del crucero Costa Concordia, donde todavía hay una veintena de desaparecidos. Si se cumple lo previsto, mañana empezarán a vaciar de fuel el barco.

Muchos han comparado este naufragio con el hundimiento del Titanic. Aquella tragedia, hace casi 100 años, sirvió para crear una normativa sobre seguridad en el mar. Unas reglas que se pusieron a prueba durante el accidente del Costa Concordia.

Egly Cabrera es una de las 4.000 personas que viajaban en el Costa Concordia en el momento del naufragio. En una entrevista para Informe Semanal, cuenta la difícil experiencia que vivió. Asegura que esperaron más de una hora para poder subir a los botes salvavidas, y aún así la orden nunca llegó. Al ser evacuados hasta la costa les pedían los chalecos para llevarlos de nuevo al buque, ya que no había para todos los pasajeros. Una vez en tierra, se refugiaron en una iglesia, donde muchos llegaban mojados.

El crucero Costa Concordia y su capitán, Francisco Schettino, han sido protagonistas absolutos de la información esta semana a raíz de un siniestro marítimo que nos ha dejado víctimas mortales, desaparecidos, un capitán que abandona el barco y una investigación que comienza a arrojar luces y sombras sobre el nivel de responsabilidad de todos los mandos. Recordaremos qué pasó realmente a bordo, cuáles son las responsabilidades y actuaciones que se deben tomar en casos como éste, qué cambios se deben realizar para evitar un siniestro de estas caractrísticas y cómo puede afectar al desarrollo del sector cruceros, uno de los turismos más pujantes de los últimos años. Lo haremos con responsables de organismos como el Ministerio de Fomento y el Instituto Español de Navegación, además del director de Cruise News Media Group.

El "Costa Concordia" continúa encallado en la isla de Giglio con una grieta en su casco de más de 70 metros. Una vía de agua por la que, en la noche del viernes 13, se inundó el crucero mientras los pasajeros cenaban. La investigación judicial intenta esclarecer ahora los detalles de aquellas horas de confusión y miedo en las que los pasajeros estuvieron en cubierta sin que nadie diera orden de desembarco, mientras el barco se hundía. Todo apunta a que se minimizó la tragedia enmascarándola en un problema eléctrico. Al capitán, en arresto domiciliario, se le acusa de haber abandonado al pasaje y se estudian posibles negligencias de la naviera propietaria del "Costa Concordia". A la tragedia humana se ha sumado también el peligro ecológico: los especialistas tratan de evitar ahora que las casi 2.400 toneladas de combustible del crucero se viertan al mar.

En la isla italiana de Giglio, los equipos de rescate han localizado, esta tarde, en el interior del Costa Concordia, el cuerpo sin vida de una mujer. Con ella ya son 12 los muertos en el accidente y aún hay 20 personas desaparecidas.

Esta semana hemos oído muchos testimonios de pasajeros españoles que viajaban en ese barco. Alejandro Mínguez es uno de ellos, y vivió una situación límite. Ocurrió en plena noche, después de montarse en el último bote salvavidas del crucero y tres horas después de comenzar el naufragio.

En Italia los equipos que trabajan en el crucero encallado ya no creen posible encontrar supervivientes pero continúan buscando los cadáveres de las 21 personas que siguen desaparecidas.

Francesco Schettino, el máximo responsable del barco naufragado frente a las costas de la isla de Giglio, anuló las ayudas informáticas del barco en su aproximación a la isla, presumiendo de conocer a la perfección los fondos. Pero además, acumuló errores en su actuación como capitán. No avisó al pasaje ni a la compañía de lo que estaba pasando. Mintió a capitanía cuando ya había abandonado el buque y se nego a regresar a él. Ahora, su posición es cada vez más endeble. La compañía se ha distanciado de él y le niega asistencia jurídica. Las tareas de rescate son penosas y existe el riesgo de vertido de combustible