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Manuel Nogales es uno de las decenas de científicos desplazados a la isla de La Palma para estudiar sobre el terreno la erupción en Cumbre Vieja. Este biólogo del CSIC, que pertenece al Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) de Santa Cruz de Tenerife, centra su trabajo en el impacto del volcán sobre la biodiversidad palmera. Un equipo de TVE le ha acompañado durante una de sus jornadas laborales.

El trabajo diario de Nogales consiste en hacer una foto fija de la naturaleza que luego será devorada por la lava. La vida de plantas y animales de esta isla, que en muchos casos son especies endémicas, se ha visto muy perjudicada por la erupción. Nogales muestra cómo, por ejemplo, los excrementos de conejo que encuentra por el suelo son muy oscuros, lo que significa que estos mamíferos están ingiriendo una cantidad muy elevada de ceniza cuando comen.

La nube volcánica está dañando especialmente a plantas y hongos, y también a los animales que se alimentan de ellos. Encima de los líquenes hay capas de hasta 40 centímetros de ceniza. En otros casos, ante la llegada de la lava, reptiles como el lagarto tizón se resisten a abandonar su refugio y tienden a esconderse, lo que supone una condena de muerte segura para ellos.

A siete kilómetros del volcán, la joya de la corona natural de la isla, el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, no se ha visto afectado de momento por la erupción, ya que los alisios, que son los vientos dominantes, están desplazando la nube de cenizas y gases hacia el suroeste. En Taburiente, los biólogos centran gran parte de sus esfuerzos en cuidar de las especies más amenazadas, como la garbancera, de la que solo existen 120 ejemplares en el mundo. O el saltamontes de El Remo, que es una especie endémica que está en peligro de extinción, y cuya supervivencia depende de la conservación de su hábitat.

Con paredes casi verticales y desniveles cercanos a los 2.000 metros, los desprendimientos de rocas provocados por los cientos de terremotos que se han producido en las últimas semanas son la otra amenaza para la Caldera de Taburiente. De momento, ninguno de los seísmos ha afectado al parque nacional y la biodiversidad que contiene en su interior permanece intacta.

El superordenador Marenostrum, instalado en Barcelona, ayuda a predecir cada día el comportamiento de gases y cenizas del volcán. Unas previsiones que sirven a los servicios de emergencias para tomar decisiones que pueden afectar a la población.

Foto: Luismi Ortiz / UME / AFP

La lava ha entrado en el barrio de La Laguna arrasando construcciones a su paso como una gasolinera, un colegio y algunas casas. Una masa de más de 10 metros de altura que ha ido devorando la vertiente sur de la población. Y sigue avanzando, aunque según los científicos, en las últimas horas ha cambiado ligeramente su rumbo unificándose con la colada que se dirige hacia la costa en estos momentos.

Una de las coladas de lava del volcán de La Palma ha comenzado a atravesar este miércoles el casco urbano de la barriada de La Laguna, ante el temor de sus vecinos de que el pueblo corra la misma suerte que Todoque. 

La lava de la erupción del volcán de La Palma está arrastrando bloques gigantes desprendidos del interior del cráter que, en algunos casos, llegan a tener la altura de un edificio de tres plantas.

Los bloques erráticos, como se les conoce técnicamente, se forman con materiales magmáticos a temperaturas muy altas. Por eso y por su composición, entre otras cosas, algunos no se fusionan. Según los vulcanólogos, estas grandes moles se originan por la explosividad del cono y son completamente normales en las erupciones.

FOTO: EFE / MIGUEL CALERO

En estos momentos son dos las coladas que preocupan en La Palma: la número 8 -según su orden de aparición- situada al norte, se encuentra a 150 metros de una gasolinera y de seguir avanzando podría arrasar el barrio de La Laguna. Esta tarde, el director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, indicó que pese a que la colada 8 se dirige hacia el núcleo urbano de La Laguna a 15 metros por hora, una vaguada del terreno podría redirigirla hacia el mar, para terminar fusionándose con la colada 7, situada al noroeste y que se dirige a 5 metros por hora hacia la costa.

Un mes después del estallido del volcán de La Palma, hay que lamentar la pérdida de centenares de casas y proyectos vitales, pero ninguna vida. Algo que en gran parte, si no todo, se lo debemos a los científicos, quienes durante estas semanas han ido siempre un paso por delante: advirtiendo, aconsejando, previendo lo que podía ocurrir para evitar más desgracias. Hasta la isla se han trasladado decenas de científicos. Ahora es una de las erupciones más monitorizadas del mundo y desde que estalló hemos estado siempre muy pendientes de su información.

Se cumple un mes desde que el volcán de La Palma entró en erupción. Miles de personas siguen desalojadas y con ellas trabajan los psicólogos. Algunos miran hacia adelante y piensan que lo perdido es solo material: “Tenemos que reinventarnos, ser fuertes”. Otros necesitan tiempo y más ayuda para asimilar lo ocurrido. Muchos acuden a la oficina de atención que se ha abierto en la isla, donde se intentan canalizar las peticiones de todos los afectados. Desde allí informa Juan Coca

Tras la imagen hipnótica que nos mantiene a todos enganchados a las pantallas, existe el drama humano. Miles de palmeros se han visto obligados a abandonar el que había sido su hogar. El “monstruo”, como muchos llaman al volcán, les ha dejado miedo e incertidumbre. Desconocen cómo va a ser su vida a partir de ahora.

En @RTVE Noticias hemos hablado con Cristina García, coordinadora del Grupo de Intervención en Emergencias y Catástrofes (GIPEC), Alberto Pastor, psicólogo del grupo táctico de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y Xenia García, psicóloga y profesora de UNIR Xenia García. Los dos primeros nos cuentan su experiencia sobre el terreno y cómo se encuentran los afectados, y la última nos da un punto de vista distinto como experta en trauma.