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En los colegios, muchos niñoshan vuelto a verse las caras después de casi dos años con mascarilla. Ha sido un día distinto en las aulas y los expertos en pedagogía aseguran que recuperar los gestos faciales tiene ventajas para el aprendizaje.

Foto: EFE/ J.J. Guillén

Las principales dudas sobre el decreto que pone fin a la obligatoriedad de las mascarillas en interiores están en qué hacer en el trabajo. ¿Qué ocurre si una empresa quiere mantener el uso oblgatorio? ¿O si, por el contrario, es el trabajador el que quiere llevar la mascarilla? El decreto deja la decisión en manos de las empresas. Pero para obligar a llevarla, habrá que tener un informe de prevención de riesgos laborales que acredite que no se pueden mantener distancias o no hay ventilación adecuada.

El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la nueva norma que eliminará, a partir del miércoles 20 de abril, la obligación de llevar mascarilla en espacios interioressalvo en centros sanitarios y sociosanitarios y en todos los transportes, mientras que en los centros laborales no será obligatorio utilizarla con carácter general, aunque las empresas tendrán la última palabra y podrán imponerla entre los empleados si lo estiman oportuno sus servicios de prevención de riesgos laborales. El Real Decreto, que se publicará el miércoles en el BOE, pone fin así a dos años de mascarilla obligatoria en lugares cerrados.

La flexibilización del uso de las mascarillas ha sido posible gracias a que "nos encontramos en un contexto epidemiológico favorable", según ha recalcado la ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Darias ha recordado la "altísima cobertura vacunal" de la población española, con el 92% de las personas mayores de 12 años con pauta completa y más de 24 millones con la dosis de refuerzo.

Quitarse la mascarilla es algo que muchos esperan con ilusión, pero también puede generar ansiedad en algunas personas. En unos casos porque tienen miedo y en otros por complejos que, hasta ahora, quedaban ocultos bajo la mascarilla. Es lo que se conoce como el síndrome de la cara vacía.

Foto: Getty

En el Hospital Ramón y Cajal, la ONG Salud Entre Culturas ofrece un servicio pionero de mediación intercultural en el que tiende puentes para facilitar la comunicación entre sanitarios y pacientes. Un equipo multidisciplinar de salud pública y migración, que cuenta con intérpretes de lenguas tanto mayoritarias como minoritarias, con mediadores interculturales que conocen tanto la cultura del país de origen como la del de destino, con psicólogos y con sanitarios. Un servicio único en España que funciona desde 2008 sin financiación pública y que necesita fondos ante la creciente llegada de refugiados con la guerra de Ucrania. Por ello ha puesto en marcha una campaña de recaudación en la plataforma GoFundMe.

Desde el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, Noemí Martínez habla con Nacho Peña, coordinador del servicio, con Serigne Fall, mediador intercultural, con Sandra Chamorro, facultativa de la unidad de enfermedades infecciosas, y con Amadou, paciente. 

Después de dos años y seis olas de pandemia, a las mascarillas en interiores les quedan horas. El Consejo de Ministros dará hoy luz verde a la medida, aunque con excepciones, ya que seguirá siendo obligatoria en el transporte público, hospitales, centros sociosanitarios y farmacias. Además, se recomienda que las personas vulnerables la sigan llevando, y, en general, siempre que que no se pueda guardar un metro y medio de distancia de seguridad o en lugares mal ventilados. En cuanto al ámbito laboral, será cada empresa la que decidirá qué deben hacer sus trabajadores.

Informan Leticia Gil y Juan Coca

Este miércoles, las mascarillas dejarán de ser obligatorias en interiores. El Consejo de Ministros lo aprobará en la víspera y detallará las excepciones. Muchos no tienen claro si seguir usándolas o no y se preguntan qué tendrán que hacer en sus empresas, que pueden obligar a seguir llevándolas. De momento, algunas farmacias ya notan que están vendiendo menos.

Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo

La atención primaria llega este año a su día anual más tocada que nunca tras dos años de pandemia, con graves carencias de recursos humanos y económicos en toda España, aunque con grandes diferencias por comunidades autónomas, que generan desigualdades territoriales muy acusadas en las prestaciones del primer nivel asistencial.

El coronavirus ha acabado de saturar los centros de salud. Han sido la primera barrera. Sobre ellos ha recaído la detección de casos y buena parte de la campaña de vacunación. En el Día de la Atención Primaria, un equipo del Telediario de TVE ha comprobado cómo ha cambiado su situación después de dos años de pandemia.

En el día de la Atención Primaria, María Justicia, presidenta de Atención Primaria de AMYTS, la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, ha asegurado en la entrevista en Las mañanas de RNE que "la primaria sigue tan mal o peor que antes que la pandemia", y ha denunciado cómo el COVID no ha hecho más que agudizar unos problemas provocados por un déficit presupuestario crónico. La saturación y listas de espera, provcoados sobre todo por la falta de médicos y pediatras, pintan un oscuro futuro para lo que supone la puerta de entrada al sistema sanitario. Además, avisa que estos problemas se verán agravadon por la próxima jubilación de un gran número de profesionales cuyas playas no está previsto reemplazar, según Justicia. "Por mucho que nos esforzamos, la atención que podemos dar no es la que deberíamos, desgraciadamente", ha afirmado, avisando de que "si la primaria cae, el sistema sanitario cae".

La sociedad actual tiene bastante asumida la alopecia masculina, pero no la femenina. Por ello, la actriz Jada Pinkett, que sufre desde hace años este problema, ha sido víctima de una broma de mal gusto por parte del presentador en la última gala de los Óscar. Ella no es la única mujer con alopecia. De hecho, cada vez hay más, según nos explica el Dr. David Saceda, de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Eduardo Lozano ingresó en el hospital por COVID-19 en marzo de 2020, estuvo dos meses en coma y, a día de hoy, todavía vive allí. Las secuelas de la enfermedad le impedirán volver a trabajar. Ya tiene la incapacidad laboral permanente y reconoce que no sabe que hará cuando salga.

Foto: Getty