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"El triunfo será para España. Para España, la del inagotable y misterioso renacer, que una vez más podrá asombrar al mundo en el esplendor súbito de su renacimiento inesperado", decía Niceto Alcalá-Zamora, presidente del Gobierno provisional.

El 14 de abril de 1931 en las calles ondeaba una nueva bandera, la tricolor; y un nuevo himno, el de Riego. España, dicen, se acostó monárquica, y se levanta republicana. Dos días antes, unas elecciones municipales, pensadas para legitimar al Gobierno del rey, acaban en vuelco. Los republicanos ganan en las capitales de provincia y Alfonso XIII abandona el país.

Detrás, una España rural con más de la mitad de la población en el campo; y una España desigual, con un 45% de analfabetismo y un salario medio de cuatro pesetas al día.

En este contexto empieza uno de los períodos más vertiginosos de nuestra historia. Un primer gobierno de izquierdas redacta una Constitución, la del '31, que separa Iglesia y Estado, y que reconoce por primera vez el voto de la mujer.

Según Ángel Viñas, catedrático de la Universidad Complutense, "fue un ambicioso proyecto de modernización política cultural y económica y social de España, un país muy retrasado en la Europa occidental".

Pero a grandes reformas, grandes resistencias. La de la Educación, con 13.000 centros abiertos en un año, molesta sobretodo a la Iglesia. Y la agraria, que pretende expropiar las tierras en deshuso pagando a los propietarios para entregárselas a los trabajadores. Eso, en un país de grandes latifundios.

En 1934 el siguiente gobierno, de derechas, paraliza la reforma. Pero la escalada ya no tiene marcha atrás. La crispación de jornaleros y obreros acabará en revuelta, aplacada a la fuerza.

Dos años después, la izquierda vuelve al gobierno. En el campo se pasa a la ocupación de tierras, también a la fuerza. El país se radicaliza, con disturbios y atentados entre partidarios de uno y otro bando. La espiral de violencia culmina el 18 de julio de 1936, con el golpe militar. Con él llegan dos de los episodios más negros de la historia reciente: la Guerra Civil y 40 años de dictadura.

El siglo XVIII fue la época dorada de la navegación y de los nuevos ingenios. La evolución que se produjo en la ingeniería naval y las ciencias afines, y en la utilización de maquinaria durante el proceso de construcción dieron como resultado embarcaciones más avanzadas en un tiempo muchísimo menor. Fich era consciente de que el vapor tenía el poder de mover engranajes y ruedas, por lo que se planteó el aplicarlo en la navegación. Incapaz de conseguir subvenciones del gobierno, buscó la financiación privada.

El 4 de abril de 1806, hace 205 años, se impuso en Francia el Catecismo Imperial, un texto con el que el emperador Napoleón Bonaparte obligaba a todo súbdito a rendirle amor, respeto y obediencia.

El que no cumpliese las normas se iba derechito al fuego eterno, tal como nos cuenta Nieves Concostrina (04/04/11).

El industrial e inventor británico Edmund Cartwright nació en Marnham el 24 de abril de 1743. Hijo de un terrateniente, estudió en la Universidad de Oxford, se ordenó sacerdote anglicano y en 1786 fue nombrado canónigo de la Catedral de Lincoln, puesto que ocuparía hasta su muerte. Diseñó un telar mecánico más rápido y eficaz que los existentes. La máquina fue patentada en 1785, aunque los defectos de diseño la hacían prácticamente inservible.

Karl Scheel y el oxígeno, 'el aire de fuego'. El joven Karl apenas recibió educación formal y ninguna formación científica. A los 14 años se colocó como aprendiz de boticario en Gotemburgo, donde permaneció ocho años. En 1770 se estableció en Uppsala, donde conoció personalmente al gran químico Bergman. En esta ciudad Scheele hizo su descubrimiento más importante: el oxígeno, al que denominó 'aire de fuego'.

El médico y químico francés Nicolás Leblanc nació en Ivoy le Pré el 6 de diciembre de 1742. Hijo de un herrero, su padre murió cuando contaba tan solo 9 años de edad. Leblanc ha pasado a la historia por haber desarrollado el procedimiento que lleva su nombre para la obtención de la sosa o carbonato de sodio a partir de fuentes no orgánicas

Hay pocos periodos de la historia contemporánea de España tan ricos en acontecimientos y en pretensiones de cambio surgidos de la propia sociedad como los seis años que transcurren entre 1868 y 1874: el llamado Sexenio Revolucionario empieza con una revolución, la de Septiembre de 1868, que derroca a una monarquía, la de Isabel II; ensaya otra monarquía democrática y otra dinastía, la que comienza y acaba con Amadeo de Saboya; prueba la suerte de la República en 1873, que empieza siendo federal y acaba presidencialista; y, finalmente, la aventura revolucionaria termina cuando una parte del ejército considera que todos estos ensayos políticos son ya suficientes para probar que la solución del país. Coloquio con Marició Janué, Profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, que realizó su tesis doctoral sobre la vida política en Barcelona durante el Sexenio Revolucionario 1868-1873; y Rafael Serrano, Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid, autor de El fin del antiguo régimen, 1808-1868: cultura y vida cotidiana

Hace unos días cuando los compañeros de documentación buscaban información sobre otras crisis del petróleo, encontraron esta portada del diario 'Ya' de abril de 1974 con los mismos protagonistas que en las noticias de hoy como Gadafi...

No solo Gadaffi.. curiosamente también se hablaba de la entrada en vigor de los límites de velocidad, del tiempo... y de los problemas que tenía la economía española.

Los inventores franceses Jacques Etienne y Joseph Michel Montgolfier, nacieron en Annonay, cerca de Lyon. Joseph el 26 de agosto de 1740 y su hermano Jacques Etienne el 6 de enero de 1745. Su imaginación les llevó a experimentar con bolsas más grandes y materiales más ligeros, como la seda o el lino. El 14 de diciembre de 1782 probaron al aire libre una bolsa de seda de 18 metros cúbicos, que alcanzó una altitud de 250 m. Pero la primera prueba de su globo de aire caliente se llevó a cabo unos meses más tarde, el 4 de junio de 1783, en la plaza de Annonay. El globo, de lino y tafetán, estaba abierto por debajo.

Desde hace ya algunos meses los países del norte de África y del Próximo Oriente están bastante más convulsos que de costumbre. El suicidio a lo bonzo de un joven tunecino prendió la mecha, que luego saltó a Egipto, más tarde a Libia, y quién sabe. Vamos a analizar esta situación con Elvira Sánchez, Coordinadora general de Casa Asia; y Xavier Batalla, Periodista y Analista político del diario La Vanguardia.