Las lluvias de estos últimos días han provocado graves daños en Cebolla, un pueblo de Toledo. Allí, varias trombas de agua han dejado bajos inundados y calles con lodo. Sólo en Cebolla se han registrado en 24 horas más de 118 litros por metro cuadrado
Las lluvias de esta semana convierten el mes de marzo en el más lluvioso de los últimos 50 años en Barcelona. En Girona siguen pendientes de la crecida de los ríos. El que ya se ha desbordado es el río Arakil, en Navarra.
Con la alerta municipal todavía activa, hoy toca limpiar y evaluar daños. Algunos colegios no han podido abrir sus puertas.
Se esperaban tormentas en el sur de Andalucía y han llegado. En Algeciras ha caído hace unas horas una tromba de agua que ha inundado calles y garajes. Se ha activado el plan de emergencias y se recomienda a los ciudadanos que no usen los vehículos. A las fuertes lluvias que azotan el Estrecho desde esta mañana, se ha unido la pleamar que impide el desagüe con normalidad. Se estima que puede haber más de 150 viviendas inundadas. La circulación de ferrys en el Estrecho está interrumpida.
Recordamos la terrible riada que arrasó en el verano de 1983 la capital vizcaína y se cobró la vida de 39 personas.
Ha nevado en La Palma y en Tenerife. Y en Fuerteventura y Lanzarote la intensa lluvia ha dejado casas inundadas y carreteras cortadas.
Y se sigue buscando a centenares de desaparecidos. De momento, la catástrofe no le ha pasado factura a la nueva presidenta brasileña, Dilma Roussef, que ha gestionado con éxito esta emergencia nacional.
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Un niño de ocho años ha muerto ahogado. Es la primera víctima mortal en el sur. Las autoridades estiman que el agua ha causado pérdidas por valor de 15 mil millones de euros en todo el país, aunque los expertos reconocen que la gestión de esta catástrofe ha sido excepcional.
El Gobierno reconoce que hay cinco millones de personas viviendo en zonas de riesgo y anuncia la creación de un sistema de alertas.
Marcelo Fonseca ha logrado sobrevivir bajo el lodo 16 horas en un pueblo de Río de Janeiro.
Bomberos y máquinas excavadoras lucharon en Río de Janeiro por encontrar supervivientes. Fue entonces cuando, removiendo entre los escombro, descubrieron la cabeza de una persona.
