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Nuestra compañera Aurora Mínguez ha hablado con David Grossman, escritor israelí, sobre su visión del momento actual y su última novela 'La vida juega conmigo', en Las mañanas de RNE. Grossman tiene 66 años y lleva prácticamente toda su vida abogando por la paz entre palestinos e israelíes. Perdió su primer empleo como periodista precisamente por defender los derechos de quienes vivían bajo la ocupación israelí.

Es un eterno candidato al Nobel y una de las pocas voces pacifistas que encuentra eco más eco fuera que dentro de su país: un Israel desgarrado por las guerras y la violencia, donde es difícil, subraya, sentirse en casa, en seguridad. "Aquí no conocemos ese lujo. Podría vivir fuera, pero de algúna manera me gusta vivir aquí, es muy interesante". Sobre el futuro, tiene cierto optimismo. "Si queremos lograr la paz, debemos tener en cuenta las necesidades, la historia y los deseos de los dos pueblos."

También hemos hablado con Ana Bejarano, traductora de Grossman al español, que cuenta cómo es trabajar con el escritor y lo diferentes que son sus novelas. "Reelabora mucho la realidad artísticamente, por eso tiene su grandes amantes y sus grandes detractores." Ha explicado que para traducir sus novelas, convive con él y otros traductores durante una semana, en la que él lee su novela y comparte sus pensamientos con ellos. Traducir a Grossman tiene un gran reto. "Todo el judaísmo vive en un presente continuo que los occidentales no acabamos de entender. Para nosotros no está claro qué es el presente, el pasado y el futuro. Se lo hemos explicado los traductores a Grossman, que no sabemos muy bien en qué tiempo se mueve, y él no acaba de entender qué no entendemos. Nosotros necesitamos saber cuándo pasaron las cosas en la novela", ha explicado.

Última entrega hoy de nuestra serie de reportajes sobre la situación de las mujeres en la Franja de Gaza. Según Naciones Unidas, una media de 137 mujeres son asesinadas cada día en el mundo por miembros de su propia familia. En Oriente Medio y el Norte de África, entre el 40 y el 60 por ciento de las mujeres han experimentado acoso sexual en las calles. La Franja de Gaza no es una excepción aunque sí un contexto único en el que el bloqueo, la violencia y la suma de crisis conforman una tormenta perfecta con efectos devastadores para las mujeres. Nos lo cuenta nuestra corresponsal Cristina Sánchez en este reportaje.

Las autoridades norirlandesas han tenido que pedir al personal que abandone las aduanas de los principales puertos ante las amenazas recibidas. Todo tiene que ver con el Brexit y el establecimiento de fronteras en Irlanda del Norte. Desde hace un mes hay controles entre la UE y Reino Unido, y el caso de Irlanda del Norte es particular porque es la única frontera terrestre con el bloque comunitario y no es una frontera cualquiera, porque ha sido escenario de décadas de conflicto.

De ahí que para evitar que se reaviven las tensiones, para no poner en peligro la paz en la isla de Irlanda, se llegó a una solución que pasa por que Irlanda del Norte siga en el mercado común y que los controles se realicen a las mercancías que circulan entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña, dentro de su mercado interno.

Los problemas se dejaron sentir enseguida. La burocracia lleva a retrasos, hay estanterías vacías en los supermercados, las empresas han visto complicaciones y porque además hay tensiones comunitarias que siguen ahí. Hasta el punto de que las autoridades locales han suspendido esos controles por la seguridad de los empleados de aduanas, que han sido señalados como objetivo por parte de grupos unionistas que ven cómo esa barrera en el mar de Irlanda hace que Londres esté un poco más lejos y teman el fantasma de la reunificación.

Luz Andrea Aldana, periodista colombiana, y Juan José Toro, periodista boliviano,  denuncian en Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso las condiciones en las que trabajan en sus países. Son dos historias que reflejan bien los problemas, las dificultades que entraña hoy ser periodista en algunos puntos de América Latina. Reporteros Sin Fronteras trabaja en un programa de Acogida Temporal de Periodistas Amenazados para que compañeros que lo están pasando muy mal encuentren un poco de oxígeno. Andrea Aldana, es desde hace cinco años investigadora de la Fundación Paz y Reconciliación, colaboradora del periódico El Espectador y es parte del comité editorial del periódico Universo Centro. Desde los territorios rurales colombianos ha cubierto todo el proceso de paz con la guerrilla de las FARC y sus consencuencias. Ahora documenta las violencias y los conflictos armados que perduran a pesar del proceso de paz. Desde 2018 afronta el acoso constante por parte de la Fiscalía, la policía y la inteligencia militar del Ejército colombiano.

Asegura que en España puede caminar sin mirar quién viene. "Es un descanso", dice, que no puede disfrutar en su país. Lleva 15 años haciendo reportajes sobre el conflicto armado y no se imagina haciendo otra cosa. "La mayoría del periodismo se concentra en la zona urbana, hay muy pocos que estén en contacto con la zona rural", y explica que son los que denuncian cosas como la violación a cinco niñas por parte de los soldados de la región del Guaviare.

Juan José Toro trabaja en el Diario de Potosí, en Bolivia. Es escritor, periodista y abogado, pero ha dedicado 35 años de su vida a la investigación periodística con un serio compromiso ético y una trayectoria de lucha contra la corrupción y en defensa del medio ambiente en Bolivia. Se le ha complicado mucho la vida por denunciar a mafias que han saqueado los recursos naturales de su país. Le han agredido y le han puesto en una situación límite. Aún así, no se plantea vivir en otra ciudad, aunque le preocupa el futuro de sus hijas, que están en edad de buscar trabajo y pueden bloquearlas. "Salir del país sería lo ideal, pero en ningún lugar sería tan feliz como en Potosí", dice.

El año 2020 se ha caracterizado por la reactivación de viejos conflictos que estaban paralizados, en el Caúcaso o en el Cuerno de África. Y por el empeoramiento de otros que están enquistados pero activos, como la guerra de Yemen, donde todo se ha complicado más con la pandemia. Foto: REUTERS/Fawaz Salman

Lleva 15 guerras en el cuerpo y ha trabajado en 140 países. Manolo Ovalle supo que quería dedicarse a la televisión desde que tenía 12 años. Por aquel entonces veía en el bar de su pueblo, en Ponferrada, a un señor con un bigote enorme que contaba sus aventuras por el Amazonas. Años después conoció a ese hombre, el famoso reportero Miguel de la Quadra Salcedo. Un encuentro que a Manolo le cambió la vida.

Desde entonces lleva más de 45 años con la cámara al hombro pero sigue trabajando con las mismas ganas del primer día. Con él he cubierto decenas de historias periodísticas, pero las coberturas más intensas que hemos compartido han sido en el terremoto de Haití, una experiencia que nos marcó, y en la guerra de Irak, donde su instinto me salvó la vida.

Hace 10 años que empezó a florecer una revolución. El mundo árabe despertó, y el detonante fue una tragedia. Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante, se prendió fuego delante de una oficina gubernamental en Túnez como protesta porque la policía le confiscó sus productos.

Desde entonces la movilización social se multiplicó y cruzó fronteras. Fue el nacimiento de la Primavera Árabe, aunque su efecto no fue el mismo en todos los países. En marzo Siria cumplirá 10 años del conflicto más cruento del siglo XXI. En Yemen ya son seis.

En Egipto el régimen de Al Sisi se ha demostrado tan brutal como el de Mubarak. Libia es un caos de milicias enfrentadas que han fragmentado al país y tan solo Túnez ha alcanzado cierta estabilidad aunque la situación política y económica siguen deteriorándose allí donde nació la revolución. Hay quien dice que de la primavera se pasó al invierno árabe.

Desde 2016, Médicos Sin Fronteras opera con clínicas móviles en el estado mexicano de Guerrero, uno de los estados más violentos del país. Facilitan atención médica, pero también de salud mental, ya que la violencia, como epidemia, afecta a las comunidades que viven en la región. Y es que debido a esta violencia, muchas poblaciones viven confinadas y no tienen acceso a la salud ni a la educación.

El estado mexicano de Guerrero vive otra epidemia más prolongada y aguda además de la de la COVID-19: la epidemia de violencia. Se trata de una región golpeada por los enfrentamientos que mantienen más de 40 grupos armados que se disputan el control del territorio. Esta otra epidemia se ha extendido desde años en diferentes áreas de este estado y ha provocado el desplazamiento interno de miles de familias y es una de las principales causas de migración hacia los Estados Unidos.

Este martes se cumplen cuatro años del acuerdo de paz del Gobierno de Colombia con las FARC, que puso fin a más de medio siglo de conflicto armado. Los antiguos líderes de la guerrilla siguen reconociendo crímenes cometidos entonces. Alexander Vargas entró en la organización siendo un niño y la abandonó cuando perdió una pierna. Hoy, se arrepiente de sus actos: "Entonces se siente uno como en qué momento me convertí yo en el monstruo y como hago para cambiar hoy en día", explica a TVE. Mientras los excombatientes denuncian que el Gobierno actual está incumpliendo el pacto, las víctimas lamentan que el reconocimiento y el perdón no son siempre suficientes.

En el Diario 20 horas Fin de SemanaDiario 20 horas Fin de Semana hablábamos con la embajadora de Marruecos Karima Benyaich de la crisis migratoria de Canarias y también de la ruptura del alto el fuego en el Sáhara Occidental. Ella acusaba al Frente Polisario de no haber respetado los términos del acuerdo de no agresión y haber utilizado civiles, mujeres y niños, como escudos humanos, para provocar en una zona fronteriza paso obligado de Europa a África. En el Diario 24 horas Fin de semana Diario 24 horas Fin de semana Abdulah Arabí, representante del Frente Polisario en España ha explicado que Marruecos tiene interés en dejarlo como una mera escaramuza "es una situación de estado de guerra, donde el Frente Polisario y el pueblo saharaui después de apostar durante 29 años por la vía pacífica, para la celebración de un referéndum de autodeterminación bajo la supervisión de la MINURSO, Marruecos de nuevo ha intentado agredir a civiles saharauis que estaban en una manifestación pacífica y el Frente Polisario, en defensa de esos civiles, ha respondido a la provocación de Marruecos con esa ruptura de alto el fuego".

Estado de guerra que se extiende a todo el territorio occidental ,y que está causando bajas en el Ejército marroquí "son hostigamientos que se están haciendo a las distintas bases militares del ejército de ocupación marroquí a lo largo de todo el muro que Marruecos ha construido para defenderse durante los anteriores 16 años de guerra". Abdulah Arabi no se sorprende porque la embajadora no lo reconozca "ellos no lo reconocen porque tampoco reconocen que hay una guerra, pero si que a nivel de la representación que hay en Naciones Unidas si lo han hecho". Ese es el relato que están trasladando al mundo, "pero llegará un momento que no tendrán más remedio que aceptar la realidad". Añade que Marruecos intenta minimizar la guerra que se debate para contar con el apoyo de los países influyentes para que reconozcan la ocupación ilegal de ese territorio saqueando los recursos "evidentemente no va a reconocer una guerra, porque cuando se reconoce esa guerra los países implicados en el saqueo de esos recursos van a tener que tomar medidas". 

No quieren abandonar la vía del diálogo, quieren que se aplique el derecho internacional y les permitan decidir, mediante las urnas, lo que quieren " Marruecos no quiere el diálogo, solo quiere imponer el status quo: que la comunidad internacional reconozca su soberanía sobre el territorio que está ocupando ilegalmente y que España como Estado tiene una responsabilidad directa y la comunidad internacional está negociando con Marruecos recursos que son del pueblo saharaui". Es claro al decir que la Comunidad Internacional si quiere parar una guerra en el norte de África, zona sensible para Europa, debe llegar con propuestas concretas, porque la salida está en la celebración del referéndum para decidir el futuro de un territorio pendiente de desconolonización.