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La inflación obliga al consumidor a buscar ofertas y promociones. El 80% intenta que la subida de los precios se note lo menos posible en el tique de compra, pero ¿cómo lo hacen? La primera opción es comprar productos alternativos. El aceite de oliva y de girasol se han disparado por encima del 50% en el último año y algunos consumidores optan por alternativas más baratas como aceite de orujo, soja, maíz o colza. También han subido las personas que compran marcas blancas, aunque estos productos también se han encarecido. Un 18% en el último año. Un 20% de consumidores optan por la medida más drástica para reducir el gasto y compran menos que hace un año.

FOTO: EFE/Marta Pérez

Los plásticos están invadiendo todos los ecosistemas. Su destino final en el mar es su transformación en microplásticos que constituyen una serie amenaza para las cadenas tróficas, que van desde los peces marinos que los ingieren al plato de comida de los seres humanos. Se ha detectado su presencia en la Antártida y ahora, un grupo de investigadores españoles los ha detectado en especies de peces que viven a mil metros de profundidad, en el banco de Porcupine, al oeste de las costas de Irlanda. Es el primer estudio de estas características que se realiza en aguas del Atlántico. Hemos entrevistado a Jesús Gago, investigador del Instituto Español de Oceanografía y coautor del estudio.

El enviado especial de RNE a Ucrania,  Fran Sevilla, visita la zona de Zaporiyia. Numerosos civiles siguen abandonando las zonas ocupadas por los rusos en el sur de esta provincia y llegan hasta la capital, la ciudad de Zaporiyia,  sin nada.  Hay instituciones como Cáritas internacional que se dedican a proveer de alimentos a todas las familias. Muchos han confesado sentirse aterrorizados ante la ocupación rusa en ciudades como Mariúpol y han explicado que muchas veces tienen problemas a la hora de atravesar controles rusos.

En Madrid empieza la 35.ª edición del Salón Gourmets, la feria de la alimentación y de las bebidas de alta gama. Un escaparate para conocer las últimas novedades y tendencias, con más 40.000 productos gastronómicos. Una muestra en la que se pueden innovaciones realizadas a partir desde un único producto o novedades en platos tradicionales.

FOTO: EFE/Fernando Villar

En unas semanas los campos españoles se teñirán de rojo con amapolas. Un paisaje precioso para los urbanitas pero indeseable para los agricultores, que ven en estas flores a unas malas hierbas. Hemos hablado de ellas con Bárbara Baraibar, investigadora del Grupo de Investigación en Ciencia y Ecología de las Malas Hierbas de la Universidad de Lérida. Son plantas muy extendidas que disminuyen el rendimiento de los cultivos; interfieren con estructuras agrarias, como canalizaciones de agua; en los procesos de cosechado y comercialización; pueden disminuir la calidad del producto (contaminación de grano o del forraje) y transmitir enfermedades a los cultivos.
Sin embargo, también se ha visto que algunas especies y sus semillas contribuyen a la biodiversidad, alojan insectos beneficiosos y polinizadores, alimentan a las aves y disminuyen la erosión en ciertas épocas del año.
 

Según Naciones Unidas, cerca del 20 por ciento de la población mundial vive en zonas en las que escasea el agua. Y a corto plazo, con el aumento de la población, el efecto invernadero y el cambio en los patrones de consumo, se prevén mayores dificultades para satisfacer la demanda.
Y es que no solo usamos el agua para beber. Muchas de nuestras actividades cotidianas o la producción de bienes y alimentos suponen un elevado consumo. En un contexto de globalización en el que las políticas ambientales intentan alcanzar un desarrollo sostenible, cobra especial importancia la creación de un indicador que proporcione información útil a nivel internacional. En 2002, investigadores de la Universidad holandesa de Twente acuñaron el concepto de "huella hídrica" que, según Daniel Ramón Vidal --doctor en Biología y miembro de la Real Academia de Ingeniería-- es un indicador medioambiental que nos dice la cantidad de agua que nos cuesta producir un producto.
Se estima que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con los alimentos, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Producir 1 kilo de ternera necesita 15.000 litros de agua. Esto incluye no solo el agua incorporada al producto en sí mismo, sino la que se ha contaminado, la devuelta a otra cuenca o al mar e, incluso, la evaporada en todos los procesos. Pero no sólo la carne requiere de grandes recursos: producir un kilo de arroz necesita 5.000 litros de agua, un kilo de café cuesta 8.000 y un kilo de vainilla para obtener el aroma más utilizado en la industria alimentaria precisa de 100.000 litros de agua.
China, India y Estados Unidos son los países con mayor huella hídrica del mundo pues acaparan el 38% del consumo de agua. España, a pesar de ser el país más árido de la Unión Europea, ocupa el segundo puesto -por detrás de Portugal- con mayor huella hídrica de Europa con 6.700 litros por persona y día.
En este contexto de limitaciones, se buscan estrategias para reducir ese consumo. Por ejemplo, cultivos más eficientes, seguir la dieta mediterránea --rica en frutas, verduras y pescado-- o el uso de microorganismos modificados para conseguir determinados productos como los aromas.

Según Naciones Unidas, cerca del 20 por ciento de la población mundial vive en zonas en las que escasea el agua. Y a corto plazo, con el aumento de la población, el efecto invernadero y el cambio en los patrones de consumo, se prevén mayores dificultades para satisfacer la demanda.
Y es que no solo usamos el agua para beber. Muchas de nuestras actividades cotidianas o la producción de bienes y alimentos suponen un elevado consumo. En un contexto de globalización en el que las políticas ambientales intentan alcanzar un desarrollo sostenible, cobra especial importancia la creación de un indicador que proporcione información útil a nivel internacional. En 2002, investigadores de la Universidad holandesa de Twente acuñaron el concepto de "huella hídrica" que, según Daniel Ramón Vidal --doctor en Biología y miembro de la Real Academia de Ingeniería-- es un indicador medioambiental que nos dice la cantidad de agua que nos cuesta producir un producto.
Se estima que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con los alimentos, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Producir 1 kilo de ternera necesita 15.000 litros de agua. Esto incluye no solo el agua incorporada al producto en sí mismo, sino la que se ha contaminado, la devuelta a otra cuenca o al mar e, incluso, la evaporada en todos los procesos. Pero no sólo la carne requiere de grandes recursos: producir un kilo de arroz necesita 5.000 litros de agua, un kilo de café cuesta 8.000 y un kilo de vainilla para obtener el aroma más utilizado en la industria alimentaria precisa de 100.000 litros de agua.
China, India y Estados Unidos son los países con mayor huella hídrica del mundo pues acaparan el 38% del consumo de agua. España, a pesar de ser el país más árido de la Unión Europea, ocupa el segundo puesto -por detrás de Portugal- con mayor huella hídrica de Europa con 6.700 litros por persona y día.
En este contexto de limitaciones, se buscan estrategias para reducir ese consumo. Por ejemplo, cultivos más eficientes, seguir la dieta mediterránea --rica en frutas, verduras y pescado-- o el uso de microorganismos modificados para conseguir determinados productos como los aromas.

Cada vez hay menos abejas en Europa, lo que supone un enorme riesgo para el ecosistema. Viven sólo 40 días pero sin ellas, no existirían gran parte de frutas y verduras. En Navarra, algunos apicultores han abierto sus puertas para que podamos apreciar la miel y las abeja.

Foto: Getty Images