Desde que el primer ministro israelí, Benjamín Netanhayu, anunciara su intención de destituir al jefe de seguridad interna, Ronen Bar, la presión sobre el mandatario no ha parado de crecer. Netanyahu lleva meses tratando de frenar la mala reputación que arrastra desde los ataques de Hamás de 2023, también a raíz del juicio que afronta por corrupción. Él, sin embargo, alega que se trata de una pérdida de "confianza". Es la misma excusa que cuando despidió a su ministro de Defensa, o a varios funcionarios que, según el primer ministro, no lograron prevenir los ataques del 7 de octubre.
Foto: REUTERS/Shir Torem