La crisis en la construcción está detrás del aumento del paro en los últimos meses, aunque en febrero el sector más castigado ha sido el de servicios. Durante el segundo mes de 2008 el número de parados creció en 53.406 respecto al mes anterior y en 240.056 personas respecto a febrero de 2007, según los datos de paro registro del INEM. El aumento del desempleo, un fantasma que parecía sepultado, ha encendido las alarmas sociales. El Gobierno, preocupado por la cercanía de las urnas, no se cansa de relativizar: la actual tasa de desempleo está muy lejos de las cifras dramáticas del pasado siglo y sigue tres puntos por debajo de la que se encontró Zapatero en 2004 al llegar a Moncloa. Pero muchos analistas apuntan que el cambio de tendencia es claro, y que no hay indicios de que sea algo coyuntural.
La cesta de la compra es cada vez más cara. Según el INE, la inflación alcanzó en enero la cota del 4,3%, la mayor de los últimos 12 años. Existe un diferencial inflacionario con el conjunto de la zona euro, cifrado en la actualidad en 1,2 puntos, que hace que nuestra economía afronte unos mayores costes de producción que las de su entorno. La reciente escalada de los precios se debe principalmente a la subida en los precios del petróleo (el barril de crudo ronda los 100 dólares) y de los alimentos. Esto último, muy visible a la hora de comprar una barra de pan o un litro de leche, tiene que ver con la gran demanda de alimentos de países emergentes como China. Según un informe de la FAO, los precios internacionales del trigo fueron en enero de este año un 83% más altos que en el mismo mes de 2007.
Desde que empezó el año, el Ibex-35 (principal índice bursátil español) ha caído un 15%, con las consiguientes pérdidas para los inversores. Los mercados bursátiles se han cebado con las inmobiliarias, hasta hace poco las joyas de la corona en el parqué español. El estado de la Bolsa es un reflejo tanto de las dificultades por las que atraviesa la economía nacional como de las incertidumbres que se ciernen a nivel mundial. Fuera de nuestras fronteras, los problemas provienen sobre todo de Estados Unidos, país amenazado de recesión y sumido de lleno en la crisis de las llamadas hipotecas subprime. El impago de estos préstamos hipotecarios de alto riesgo, concedidos a clientes de escasa solvencia, ha salpicado también a importantes entidades financieras europeas.
Las encuestas muestran que la confianza de los consumidores se ha resquebrajado. Según los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 36% de los ciudadanos preguntados tenía el pasado mes de diciembre una percepción mala o muy mala de la situación económica. Esa pérdida de confianza puede manifestarse en una retracción en el consumo. Las ventas de coches nuevos ya han comenzado a resentirse, con un descenso en enero de más del 12% con respecto al mismo mes de 2007. La subida de los tipos de interés tiene en vilo a muchas familias que empiezan a tener problemas para llegar a final de mes. A ello se suman el aumento de los precios y el endurecimiento por los bancos de las condiciones para conceder préstamos. No parece buen momento para alegrías consumistas.
Uno de los motivos de orgullo del Gobierno socialista es el logro de un superávit fiscal del 2% del PIB. Ese desahogo presupuestario ha permitido aplicar medidas como el cheque bebé. Sin embargo, la menor actividad económica amenaza con mermar los ingresos y aumentar los gastos. El superávit en las cuentas públicas, que ofrece un cierto margen de maniobra, puede esfumarse si la crisis se consolida. Las últimas previsiones de la Comisión Europea apuntan a que el crecimiento económico será del 2,7% en 2008. Se trata técnicamente de una desaceleración, no de una recesión, pero el futuro es incierto.