A partir del informe del IPCC, la comunidad internaciona se reunió en Bali y acordó una hoja de ruta post-Kioto. Aunque sin pactar cantidades, la cita al menos sí consiguió arrancar un compromiso a los países más contaminantes y que en su día no ratificaron el Protocolo de Kioto, EEUU, China e India, que empezarán a reducir sus emisiones en el año 2013. Ese año Kioto expirará, sin que se hayan alcanzado sus objetivos.
España, que lo firmó y lo ratificó, tenía como reto para 2012 que sus emisiones sólo aumentasen un 15% con respecto a 1990. Sin embargo, hasta 2005 nuestro país incrementó sus emisiones de gases contaminantes en un 52%, según datos del Ministerio de Medio Ambiente. Pero no todo son malos datos, ya que en 2006, por primera vez desde 1993, España redujo sus emisiones en un 4,1%.
Mientras, la Unión Europea trabaja en paralelo a la comunidad internacional. En enero pasado, la Comisión presentó el Plan de Acción sobre el Clima y las Energías Renovables, para reducir las emisiones de CO2. El plan, que entraría en vigor en 2012, cuando expire Kioto, establece para la Europa Comunitaria una reducción de un 20% para el año 2020, con respecto a 1990. Para España, este plan es menos ambicioso pero más realista que aquel, que pretendía reducir un 37% las emisiones antes de 2012. Además, el plan europeo nos obligará a emplear hasta un 20% de energía procedente de fuentes renovables, muy por encima del 8% actual.
España produce sólo el 15% de la energía que utiliza. Un 20% de esa producción se genera en las seis centrales nucleares, con ocho reactores, que a día de hoy funcionan en territorio español. Aunque las centrales están dotadas de grandes medidas de seguridad, el fantasma de Chernobil preocupa a muchos. Este miedo, junto con las dificultades y costes de la gestión de los residuos radioactivos, hace de la nuclear una energía muy controvertida. Sin embargo, buena parte de la electricidad que España compra a otros países procede de centrales nucleares, como Francia, donde el 80% de la electricidad tiene origen nuclear. Ante esta situación, el PSOE mantiene en su programa el paulatino desmantelamiento de las centrales nucleares y una apuesta, en su lugar, por las energías renovables, recogiendo, así, las demandas de organizaciones ecologistas como Greenpeace. El PP, por su parte, apuesta además de por las renovables, por la nuclear, una energía que tiene otros defensores aglutinados en su mayoría en el Foro Nuclear.
Hace tres años el Gobierno aprobó un Plan de Energías Renovables, con el objetivo de que en 2010 al menos el 12% de la energía primaria que se consume proceda de fuentes renovables. En 2006 ese porcentaje era del 7%. Y en cuanto a la energía eléctrica producida en España, el 19% de la que se generó ese año lo fue por vías renovables, igualando casi la producción nuclear. La energía hidroeléctrica fue la principal fuente, seguida de la eólica, que está experimentando un gran crecimiento en los últimos años. Sin embargo, la producción de electricidad solar fotovoltaica apenas alcanzó en 2006 el 0,03%, a pesar de que España es uno de los países europeos con más horas de luz solar al año.
De entre los efectos del cambio climático, en España preocupa especialmente la escasez de agua. Un menor índice de precipitaciones y unos acuíferos sobreexplotados han llevado a nuestro país a la peor sequía de las últimas décadas, con los embalses en mínimos históricos. Lo peor se vive en el sureste peninsular, pero también es alarmante la falta de agua en la España húmeda, como Cataluña, donde ya hay restricciones. Para paliar el déficit de agua de algunas cuencas, durante su Gobierno, el PP puso en marcha el Plan Hidrológico Nacional, que el Ejecutivo socialista derogó en la parte relativa a los nuevos trasvases. Como alternativa puso en marcha el programa A.G.U.A., por el que se ha construido desaladoras y desalinizadoras, algunas de las cuales están infrautilizadas. Estas medidas le valieron al Gobierno del PSOE duras críticas del PP, que en su programa para el 9-M contempla las transferencias hídricas entre cuencas.